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El primer millón para el rescate

lunes 13 de septiembre de 2021, 08:24h

Nos anunciaba hace unos días Moncloa (la factoría que no cesa), en un tono entre cursi y cultureta que el ministro estrella que vino de Barcelona para facilitar la interlocución con los independentistas catalanes, Miquel Iceta – sorprendentemente degradado en la primera remodelación de gobierno de Pedro Sánchez a ministro de la cosa cultural-, que un millón de euros de los fondos europeos irá a parar a cien autores (escritores, traductores e ilustradores), para su “crecimiento personal”.

Una forma casi epatante, como digo, de dar a conocer el… digamos plan de seducción (no sé si añadir también fidelización ciega, pero no voy a hacerlo), a las figuras literarias, de la ilustración y de la traducción. Si consagradas o en ciernes, tendremos que esperar para saberlo, pero tenemos la seguridad de que van destinadas para un centenar de autores que pasarán un par de meses fuera de nuestras fronteras tirando de los 10.000 € del ala per cápita que habrán volado de las arcas públicas a sus bolsillos.

Si eres autor y, al menos, tienes una obra publicada de cualquier género y un proyecto en el tintero, podrías ser uno de los cien elegidos, así es que no te quedes con la duda e inténtalo. Sin embargo, aquellos ciudadanos corrientes y molientes que, aunque tengamos más de una obra publicada, no busquemos obtener ese “crecimiento personal” o queramos reflexionar acerca de la creación literaria fuera de nuestras fronteras estamos excluidos de antemano.

Lo mismo este desembolso es para resucitar aquel “sindicato de la ceja” que secundó en sus horas bajas a José Luis Rodríguez Zapatero y, como todo parece indicar -si las encuestas no mienten-, se avecinan tiempos duros para el partido que sustenta al gobierno, hay que buscar sabia nueva, iniciativas originales, ideas brillantes y aún más progresistas que las que se barajan hasta la fecha para seguir manteniendo a Sánchez en la presidencia del gobierno.

Con este vaivén diarreico de anuncios, proclamas, propuestas e ideas gubernamentales que, a la vuelta de no mucho más de 24 horas se tornan en cosa distinta, cuando no abiertamente opuesta a la anunciada inicialmente, uno ya no sabe muy bien si el maná de los fondos europeos va a seguir destinándose a la revitalización de la economía o me he perdido alguna parte del proceso y ahora eso se ha transformado en lo del “crecimiento personal”, o es que lo uno lleva a lo otro, y viceversa.

Todo es posible en esta España sanchista que, a fuer de informar al pueblo de unas medidas y de las contrarias, lo que se ha conseguido finalmente es que el pueblo practique la duda sistemática, la cartesiana, y no crea ya ninguna. Lo que queda la mar de claro es que aquí sin subvenciones parece ser que no hay cultura. Y lo malo es que todo el mundo se considera acreedor de ellas y solo protesta si no acaban llegando a sus progresistas bolsillos.

Y, digo yo, que por qué no se destina una cantidad como esa, o incluso un poquito mayor para intentar averiguar a través de algún concurso (reedítese aquel ‘Un millón para el mejor’), las causas últimas y de buscar soluciones a temas tan prosaicos y misteriosos de cómo ha podido subir más la luz en las últimas dos semanas que en los ocho meses anteriores de este 2021. O por qué habiéndose triplicado en un solo año los importes de la factura de la luz aún no han salido los sindicatos a la calle a protestar mientras que cuando era Rajoy el presidente no esperaron más que al 8 %. Misterios como estos son los que a uno le gustaría despejar sin ningún género de dudas. Claro que uno no es ministro de Cultura y, por tanto, no puede tirar del maná europeo para solventar sus dudas particulares que, por cierto, están tan alejadas como esta del millón para los cien autores para proyectos verdes y de digitalización que es a donde debería ir a parar hoy cualquier tipo de ayuda económica que provenga de los fondos europeos para el rescate de nuestra economía.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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