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Yolanda, eternamente Yolanda

viernes 05 de noviembre de 2021, 07:52h

La izquierda radical española tiene hoy tres musas, tres, que han sumido a su militancia –especialmente femenina y feminista-, en un proceloso mar de dudas sobre el liderazgo en la coalición Unidas Podemos. Ellas son Yolanda Díaz, Ione Belarra e Irene Montero -a Lilith Verstrynge le queda aún mucho camino por recorrer para alcanzar ese título-. De las tres, o mucho me equivoco o la primera tiene todas las de ganar en la carrera de fondo de los próximos meses para ver quién ocupa la cabecera del cartel electoral a la presidencia del gobierno de la nación.

El meteórico ascenso de Díaz ante la opinión pública y su indiscutible autoritas –que decían los clásicos-, dentro y fuera de la coalición, es hoy incuestionable hasta el punto de que en los mismos salones de la Moncloa el propio presidente del gobierno, después de que un leve escalofrío recorriese su ego, ha debido de dar ya instrucciones precisas a sus huestes para que frenen en seco y como sea la triunfal carrera de esa mujer gallega, elegante, sencilla, atractiva, segura de sí misma y con una sonrisa más franca que la de su presidente.

Pero es segura una callada lucha interna entre las tres amazonas de la izquierda radical que, no obstante, seguirá en vilo hasta que la lideresa gallega –si sigue ese camino-, no aclare en qué medida integrará a los miembros de la cúpula de Unidas Podemos en ese “frente amplio” que la también vicepresidenta segunda anunció hace unas semanas como vía de solución a la más que preocupante disolución de la marca morada entre sus antiguos votantes, ya bastante defraudados por comprobar que sus dirigentes se han integrado en la casta a la velocidad de la luz y, no solo eso, sino que ven también cómo en muchos casos defienden sus intereses personales por encima de los de la base a la que teóricamente se deben, dejando de lado uno de los principios fundacionales de la coalición.

Aunque Díaz forma parte de la mesa confederal de la coalición -en la que Podemos es su partido más importante-, sin embargo, está fuera del consejo de coordinación, la ejecutiva morada. Y aquí está la clave por dónde puede agriarse la relación entre las lideresas, por su inclusión o no en ese anunciado “frente amplio” de la vicepresidenta que, por otro lado, puede ser la única tabla de salvación de un partido, Podemos, que está viviendo sus horas más bajas desde su constitución.

Lo que pasa es que Díaz ha confesado públicamente, a través de una entrevista en La Sexta, que hoy no tiene intención alguna de encabezar lista alguna a la presidencia del gobierno (“no estoy ahora en presentarme a las elecciones”), sino en abrir una conversación profunda con la sociedad española para construir un “gran proyecto de país”. Una postura que pilla con el pie cambiado a la dirección de Unidas Podemos porque –con diferencias internas y todo-, había visto en la gallega la única esperanza razonable de recuperación del tejido electoral que ya ha mostrado su desconfianza en la coalición en las últimas citas electorales autonómicas. ¿Es una forma de hacerse querer aún más en el seno de la coalición o, realmente, su estrategia está enfocada más hacia el largo plazo?

Tenemos, pues, a Yolanda Díaz teniendo que luchar a brazo partido en, al menos tres frentes simultáneos y paralelos: por un lado, para llevar el agua a su molino al menos en parte porque la Unión Europea tiene la sartén por el mango abriendo o cerrando el grifo de las ayudas económicas-, en el terreno de la reforma laboral y dentro de un durísimo enfrentamiento con Nadia Calviño; al tiempo, ahormando su proyecto político de una nueva izquierda radical -por ahora sin encabezar lista electoral alguna-, que no debe de verse lastrada por la imagen cada vez menos popular y más desafecta entre sus nuevas generaciones, de los simpatizantes de Podemos y, por último, intentando minimizar el esfuerzo que va a desplegar Moncloa en los próximos meses para tratar de desdibujar su imagen.

Hace ya muchos lustros que el cubano Silvio Rodríguez declaraba su amor a Yolanda en una hermosísima canción de amor. Hoy otra Yolanda, Díaz, está acumulando fuerzas para la batalla que se avecina y, dejándose querer por sus correligionarios de Unidas Podemos que hace propios aquellos versos del cubano que ahora tan dulces suenan en su oído: “…Te amo. Eternamente te amo. Si me faltaras, no voy a morirme. Si he de morir quiero que sea contigo… Tu mano, tu mano. Eternamente tu mano…”. Una situación política y personal envidiable la que vive hoy Yolanda Díaz, y que ya quisieran para sí las otras musas de su coalición a quienes, por el momento, nadie canta al oído ni con letra propia ni ajena. Caprichos del destino (político, claro).

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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