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Ingenio (II)

sábado 27 de noviembre de 2021, 07:00h

Desde hace lustros, (lo recojo en cuatro libros taurinos en solitario y otros cuatro libros con autores de máxima categoría-fiabilidad como Rafael Cabrera y Jordi Grau), vengo sugiriendo engrandecer-enriquecer La Tauromaquia y el arte de torear con ideas propias y con otras ajenas más-menos anónimas, conocidas o en desuso. Hay que innovar casos-cosas en Tauromaquia. Innovar es alterar las cosas introduciendo novedades… y es volver cosas, en parte o en todo, a su anterior estado.

En los últimos tiempos: se ha conseguido empezar a confeccionar carteles por sorteo. Se ha conseguido el exitoso-histórico suceso de Aracena. Cuando un mismo toro-novillo-becerro manda a la enfermería a los dos espadas titulares de un mano a mano y lo remata el sobresaliente…es otra historia ya conocida.

Se conseguirá que al renovar los abonos, como premio a la fidelidad, de los abonados se les obsequiará con regalos asequibles-necesarios para el conocimiento-consideración-expansión de La Tauromaquia comarcal-global en forma de libros, reglamentos, apuntes de calado, efemérides, colecciones de biografías, fotografías, carteles, etc., etc.

Se conseguirá “alimentar” los escalafones de toreros con lidiadores que se inicien de subalternos desde abajo y el público los irá promocionando como demuestra la historia hasta comienzos del siglo XX… y ser compatibles con toreros académicos-dinásticos.

Se conseguirá que en el Ministerio X o XX, haya un departamento-secretaría de Estado para salvaguardar la auténtica y genuina Tauromaquia de falsas y frívolas acusaciones.

Se conseguirá que haya más calidad que cantidad en el melodrama del ruedo. Y si a la calidad se añade el don, la maestría, la personalidad propia, la capacidad de sorpresa, la naturalidad, la emoción, etc., mejor que mejor.

Apropiarse, o casi, una ideología de La Tauromaquia es un robo manifiesto a su verdadera dimensión. O delegar La Tauromaquia en una ideología es una decisión raquítica-destructiva. El mantenimiento de la Tauromaquia es del pueblo-público y hay aficionados-curiosos de todos los colores, saberes y sabores.

Hay que seguir ensayando el posible arte de torear sin sangre, o casi, para respetar todas las sensibilidades, para ser más universa… y ser compatible con el toreo ancestral-eterno.

Hace unos años afirmé-firmé que había que limitar el número de actuaciones por temporada… más de uno dijo que era una locura porque el “libre mercado” no tiene límites… lo cierto es que en varias temporadas, con y sin Covid, no se han superado los cincuenta y tantos festejos que propuse para las plazas europeas… esa medida sirve para que tengan más oportunidades toreros olvidados, recuperables o en ciernes… y sirve para contrastar mejor la evolución, el valor y el valer de la torería en general. Eso sí, hay que exigir-exigirse más en lo cultural-taurino para llegar al escalafón superior… y no pasa nada definitivo-trascendente si no se consigue. Excepciones contadas aparte.

En la revista El Ruedo, hace bastantes años se ensayaron posibles quinielas taurinas, según mi criterio, con buena acogida, hubo ideas anteriores para lo mismo… pero están aparcadas porque entiendo que ahora mismo hay demasiados juegos azarosos-viciosos. En lugares de España parecemos franquicias-sucursales de Las Vegas.

La Tauromaquia además de criticar lo criticable que viene de fuera a de hacer autocrítica por los adentros.

Quizá haya que llevar a otras plazas el modelo empresarial de Pamplona… los beneficios van destinados a causas benéficas.

Sí, hay más ideas-sugerencias de unos y otros que se pueden llevar para bien a la práctica.

En un corrillo de chavales de escuelas taurinas, dijo “uno”, que “las escuelas eran cosa del PP y sucedáneos”, ojo en la opinión de los chavales influye la opinión de padres-profesores -“profetas”… soy cofundador de la Escuela Taurina de Madrid, primera-principal de las actuales y pocas cosas hay más lejos de la realidad.

El germen de esta crónica, también nace en la afirmación errónea, ¿o intencionada?, de un aspirante a becerrista con 14-16 años de edad que seguramente sabe más de Simeone que de Joselito-Belmonte. Creo que hay demasiada dispersión-infantilización-tergiversación simplista y genérica, o casi, en la formación-información-opinión de personas más-menos jóvenes, maduras o veteranas.

El propósito de esta crónica es clarificar falsas atribuciones y clarificar entuertos. Me rebelan las medallas que se ponen unos con las ideas-ingenios de otros. Nada, ni nadie, debe- puede descalificar lo expuesto porque todo ello es favorable para la continuidad-credibilidad-proyección de La Tauromaquia. Nada, ni nadie, debe-puede desmentir este escrito porque es rigurosamente cierto.

No acepto, no reclamo, no espero nada de mi modesta aportación al “universo taurino” porque es consecuencia de parte de mi ocio voluntario y altruista.

Eso sí, quiero que mis pequeñas nietas-nietos, y los suyos-tuyos también, crezcan de una puta-casta vez en un país que reconozca y valore el ingenio y la autenticidad sean de donde sean y sean de quien sean.

Con eso, imprescindible para subir “peldaño a peldaño” con dignidad a cualquier objetivo épico-ético… me conformo.

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