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De Papas, ministras y vocaciones

miércoles 15 de diciembre de 2021, 08:00h

El Papa Francisco ha recibido en audiencia a la vicepresidenta Yolanda Díaz. Pero no sólo eso, sino que, además, lo ha hecho durante un rato largo, unos cuarenta minutos. Recibir, lo que se dice recibir, ya lo hace con personajes mucho menos importantes que ella. Pongo por caso a Antonio Banderas, Angelina Jolie o a mi amigo Ignacio Segura. Y eso que Díaz es española, comunista, atea, anticoncordato, proeutanasia, proaborto y, por si todo eso fuera poco, está también en contra de la enseñanza concertada con centros de carácter cristiano, una labor docente que durante siglos lleva practicando la Iglesia en todo el globo terráqueo. Aunque, bien pensado, lo mismo el encuentro se ha prolongado precisamente por todo esto…

Aunque Francisco no se asuste de él, ni se sienta especialmente incómodo con sus dirigentes, el comunismo, precisamente, no se ha mostrado históricamente como la ideología más amable con el cristianismo, ni comprensiva, ni agradable, ni empática con la Iglesia católica y ahí están los miles de feligreses, religiosos y curas asesinados y la persecución, el encarcelamiento o la tortura previos al funesto desenlace. Claro que en el campo ideológico contrario no han sucedido tampoco cosas muy distintas y esas las ha visto también y de cerca el Papa Francisco en su etapa de arzobispo de Buenos Aires o de cura obrero que visitaba con asiduidad los barrios más desfavorecidos de la capital argentina azotados con igual suerte que los cristianos perseguidos por el comunismo, sólo que aquí por la mano implacable de la dictadura militar.

Lo que dudo mucho es que, si en lugar de Francisco hoy estuviera en el Vaticano San Juan Pablo II o Benedicto XVI, la vicepresidenta española hubiese tenido esta iniciativa de aproximación y de entendimiento. Pero eso, claro está, es sólo política ficción porque lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Quiero decir con ello que Díaz ha acudido al Vaticano buscando más blanquear su imagen pública de aspirante a la presidencia del gobierno en las próximas elecciones que, como presunta devota de Jesús, admiradora de su sucesor en la tierra o sintiéndose hermana de los millones de seguidores de la Iglesia católica.

A todo esto, Sánchez, como la madrastra de la Cenicienta, debe de estar que se tira de los pelos –eso sí, antes o después de lucir su palmito en público-, porque su vicepresidenta ya le pisa los talones en popularidad y, además, se diría que su imagen de dulce mujer rubia que, aun siendo de la izquierda progre, podría mimetizarse en cualquier concentración de chicas del PP y confundirse con ellas. No les sucede lo mismo a algunas de sus mujeres de confianza en el partido. Véase si no, y, por ejemplo, a Adriana Lastra, cuya imagen pública anda más próxima a una de las hijas de la madrastra que a la propia Cenicienta.

La sonrisa beatífica, amable y populista de Su Santidad ahora junto a la de la segura próxima candidata de la izquierda radical en España habrá escocido también, y mucho, en las filas de Unidas Podemos. No imagino -a lo mejor es sólo una discapacidad personal-, a Ione Belarra o a Irene Montero celebrando el éxito personal del viaje de Yolanda Díaz sino, más bien, curándose la urticaria que les ha generado. Pero no por la visita en sí misma, sino por el hecho de no haberle podido ganar por la mano en imaginación e iniciativa a la -por ahora-, compañera de filas.

Y es que, tirando de imaginación, veo a Montero a la vuelta de su hipotética visita al Vaticano diciendo que ha compartido café y charla con el Papo y eso que ella proviene de los rincones más fetén de los barrios madrileños y de que la mayor experiencia laboral preministerial que podía exhibir es la de haber repuesto productos en los lineales y haber cobrado diligentemente durante unos meses en la caja del supermercado que le dio para ir tirando durante un tiempo. Desde luego nada comparable al chollo de liderar un ministerio tan guay y que te permite colocar a tantos asesores y niñeras como quieras. ¡Eso sí que es una vocación! Yo creía que no, pero ahora me parece que también quiero ser ministro cuando me haga mayor de una vez.

Pero no nos alejemos del camino recto. Volvamos a la visita real, no imaginada, de la vicepresidenta del gobierno. Lo que más me enterneció del anuncio posterior que ella mismo hizo fue la “emoción” desbordante que mostraba. Como cuarenta minutos dan para mucho, seguro que, además de informar a Su Santidad de los inmensos logros obtenidos por el gobierno Sánchez (voluntad de denunciar el actual concordato con la Iglesia, la denodada lucha gubernamental con la imparable inflación, la derogación de la reforma laboral, los pactos con los herederos de ETA, haberse quitado de encima a Pablo Iglesias, etc.), se reservó por natural discreción qué otros asuntos privados pudieron poner sobre el tapete de la mesa camilla en torno a la que pudieron dialogar. Sé que pongo en juego mi credibilidad personal como analista político, pero aun así voy a aventurarme a desvelar lo que yo creo que Díaz confesó a Francisco. Seguro que le ha prometido que, si llega a presidenta, en cuanto termine su mandato, y en un futuro no muy lejano, se mete a monja en las Carmelitas Descalzas de Alcalá de Henares. ¿O es que cree usted que es casual que la estola que le regaló al Papa estuviera confeccionada por las Hermanas Carmelitas de Alcalá ¿ No fue un regalo inocente. Si llega a suceder lo que predigo, esa sí que sería una prueba de un milagro obrado por el Santo Padre para su futura canonización.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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