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Cine, cine, cine, más cine por favor

miércoles 15 de diciembre de 2021, 09:09h

Descubro en la edición dominical de La Vanguardia del pasado día 12, que Barcelona conmemora el 125 aniversario de la primera proyección de cine, el 14 de diciembre de 1896, en la casa de fotografía Napoleón, número 15 de La Rambla de Santa Mónica, y deploro, como solo sabemos deplorar los de “La Prospe”, que esa misma efeméride, con unos meses de anticipación, se me haya despistado para Madrid.

A servidor, madrileñista retrechero y dialéctico, amén de profundo autista (por Aute, no la liemos), se le fue el oremus y por mucha pandemia que le intente poner justificativamente al asunto, no puedo evitar que a la noche se me vengan machaconamente a la cabeza los versos de Luis Eduardo: “… ¡mierda!, no encuentro el Nolotil y no amanece”.

Psicológicamente fustigado hasta el corvejón (“y a quien le importa”, que diría el bardo de Linares), reemprendo la tarea olvidada por mi mal acomodada y senil cabeza, y me traslado al 13 de mayo de 1896 (aunque la placa conmemorativa que luce en el edificio lleve la del 15, quizá por hacer coincidir el acontecimiento con el día del Patrón san Isidro), cuando Alexandre Promio, el “comercial” que los hermanos Lumière habían designado como representante de su firma en España, alquila los bajos del Hotel Rusia (hoy edificio totalmente remozado y sito en la esquina de la Carrera de San Jerónimo con la calle Ventura de la Vega) para poner ante los ojos de unos pocos, muy seleccionados y afortunados madrileños, las “fotografías animadas” que luego llamaríamos cine.

A día siguiente, La Época da cuenta del acto en estos términos: “La exhibición de cuadros y vistas panorámicas, reproducidas por medio del cinematógrafo, se hace en un espacioso local que anoche estuvo muy concurrido por las muchas y distinguidas personas invitadas a la inauguración”. Por su parte, El Correo, se extiende un poco en el acaecimiento: “El programa, repetido varias veces ayer, contenía diez números, entre los que son dignos de mención especial la llegada de un tren a la estación, el paseo por el mar, la avenida de los Campos Elíseos, el Concurso Hípico y la demolición de un muro (…) El público podrá admirar desde hoy este espectáculo de 10 a 12 de la mañana, de 3 a 7 de la tarde y de 9 a 11 de la noche”.

Ese mismo día, 14 de mayo, las sesiones se abren a un público que asiste atónito a la proyección de los diez metrajes de los que informaba por encima El Correo y de los que han sido identificados la mitad: La llegada de un tren a la estación; El paseo por el mar; La avenida de los Campos Elíseos; El concurso hípico; y La demolición de un muro.

Constatado el extraordinario éxito de público, Promio intenta dar un paso más y contacta con el embajador de su país para que este anime a algún miembro de la Casa Real a visitar su espectáculo. Así, consigue que la Infanta Isabel de Borbón y Borbón, 'La Chata', asista a una proyección el 6 de junio. El entusiasmo que le produce consigue el “milagro” de que unos días más tarde, el 12, la familia Real se presente en pleno: María Cristina de Habsburgo-Lorena, la Reina Regente, las Infantas María de las Mercedes y María Teresa y el Infante Alfonso, futuro Rey Alfonso XIII.

La impresión es tan profunda que, Su Majestad, decide conceder permiso a Promio para que filme lo que le venga en gana, incluida la Salida de los alabarderos de Palacio. Y siguen, Maniobras de artillería en Vicálvaro, a pesar de que el mando militar del cuerpo se muestra abiertamente renuente, Salida de las alumnas del colegio de San Luis de los Franceses, y Puerta del Sol.

Promio, tras rodar las películas antedichas, inmortaliza la primera corrida de toros en la historia del cine, con el título L’Arrivée des toréadors, protagonizada, en los principales papeles, por los afamados diestros Luis Mazzantini, Emilio Torres “Bombita”, Juan Gómez de Lesaca y Nicanor Villa “Villita”.

Luego, vuelve a París, pero, consciente o no de la circunstancia histórica, ha dejado sembrada una semilla que inmediatamente empezará a dar generosos frutos.

En 1897, se estrenan Salida de la misa de doce en la iglesia del Pilar de Zaragoza, de Eduardo Jimeno, y una cinta de autor anónimo, con toda probabilidad valenciano, titulada Llegada de un tren de Teruel a Segorbe.

Casi en paralelo, el fotógrafo francés afincado en La Coruña, José Sellier, filma la cinta Entierro del general Sánchez Bregua, y el catalán Fructuoso Gelavert rueda y exhibe Salida de los obreros de la fábrica, Salida del público de la iglesia parroquial de Santa María de Sants, y Riña en un café, película de ficción que los sabios cinematográficos consideran la “ópera prima” del cine argumental español.

En 1902, Segundo de Chomón, inventa o casi el carro sobre vías que se convertirá en el traveling cinematográfico, que hoy suena a clásico, con el que da vida a su primer largometraje, Choque de trenes, en el que, por primera vez en la historia del cine, se utilizan maquetas para el trucaje de las escenas. Unos años después, en 1908, el mismo Chomón estrena la película El hotel eléctrico, exponente sumo del primer cine fantástico español, y filme pionero en el uso del procedimiento conocido como “paso de manivela”, que abriría nuevos e insospechados horizontes al cine del siglo XX.

En el 125º aniversario de la primera proyección cinematográfica en Madrid, sería del todo oportuno darse un paseo por la zona, contemplar la placa conmemorativa en azulejería y entrar en Casa Mira, el Sancta Sanctorum de los turrones y otras golmajerías navideñas en Madrid, que ya estaba allí plantada, en la misma manzana que el antiguo Hotel Rusia, medio siglo antes de que a Promio se le ocurriera asentar sus reales cinematógrafos.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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