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Luz y taquígrafos

viernes 07 de enero de 2022, 07:56h

Uno de los aspectos que era esgrimido como bandera ideológica por el entonces líder de la oposición, Pedro Sánchez, antes de su toma de la Moncloa era precisamente el de la trasparencia informativa. Pero muy pronto el ciudadano tuvo oportunidad de caerse del burro de la inocencia.

Sin ir más lejos, en abril de 2020, justo cuando comenzaba una cierta desescalada tras el duro confinamiento decretado a raíz de la pandemia (que, por cierto, meses después el Tribunal Constitucional tildaría de “inconstitucional”-, el ya presidente del gobierno justificaría su decisión de reactivar la actividad económica en España con el aval de un “comité de expertos y científicos” que hipotéticamente asesoraba al Gobierno en esa desescalada.

El hecho real es que de esas supuestas reuniones del comité nadie vio nunca jamás acta alguna. Solo año y medio después, en octubre de 2021, tras un largo recorrido de reclamaciones y recursos por parte de partidos y ciudadanos a través del Portal de Transparencia, el gobierno Sánchez admitía que no contaba entonces con ningún aval de comité científico alguno para abrir las puertas a que una parte de la economía española saliera de la “hibernación”.

La respuesta del ejecutivo, probablemente, había descontado ya el olvido por parte de la opinión pública de aquella contundente contestación de Pedro Sánchez en la rueda de prensa celebrada el 12 de abril de 2020. En ella, el presidente del gobierno respondía a preguntas de los periodistas sobre si su decisión de reabrir la economía estaba basada en informes técnicos de ese comité de expertos: “Responderé telegráficamente: sí”.

Y, claro, muy pronto se revuelven en nuestra memoria muchos otros episodios protagonizados por el presidente que apuntan en la misma dirección: “No dormiría tranquilo con Podemos en el gobierno”, o “Nunca pactaré con Bildu, nunca pactaré con Bildu… Se lo puedo repetir 100 veces, nunca pactaré con Bildu”.

La transparencia, en definitiva, la verdad, no es precisamente el signo distintivo del gobierno de Pedro Sánchez, por mucha bandera que hiciese de ella antes de llegar a la Moncloa. El axioma ha vuelto a demostrarse nuevamente estos primeros días de 2022 cuando el ejecutivo vuelve a parapetarse tras la Ley de Secretos Oficiales para no explicar los viajes en Falcon que realizó el presidente durante todo el año 2021. La razón esgrimida por el ejecutivo no puede ser más cándida: los mil y un viajes de Sánchez en Falcon son «materia especialmente sensible».

Es curioso volver a observar cómo siempre se busca y se encuentra la paja en ojo ajeno con infinita mayor facilidad que la de toparse con la viga en el propio.

Respuestas como esta del gobierno a preguntas parlamentarias son inadmisibles. Más aún cuando es desde el mismo ejecutivo desde donde se le está exigiendo permanentemente a Zarzuela su ejemplaridad y su transparencia. Eso está muy bien porque hay que dar al ciudadano cuenta de cada uno de los euros salidos de las arcas del estado para sus instituciones, comenzando por la Casa Real, pero siguiendo también por la Presidencia del Gobierno, el Congreso, el Senado, el Tribunal Constitucional o el Tribunal Supremo, por citar algunas de nuestras más altas instituciones.

La opacidad que manifiesta Moncloa con respuestas como la dada a esa pregunta sobre la utilización del Falcon solo conducen a un camino, el de la sospecha, la duda. O, dicho de otra forma, la certeza de que algo se está ocultando a la opinión pública porque la verdad, probablemente, cuestione la legalidad, la ética o la moralidad de ciertas actuaciones.

Al gobierno de Pedro Sanchez, como a todo gobierno, hay que pedirle luz y taquígrafos, y más aún cuando se empeña en todo lo contrario, es decir, ocultar sus actividades entre la bruma, la oscuridad y sus sospechosos silencios o sus crípticas respuestas.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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