Crítica de la obra de teatro 'Muerte de un viajante': ilusiones, autoengaño y frustración

Natalio Grueso adapta y versiona el ya clásico de Arthur Miller, ‘Muerte de un viajante’ bajo la dirección de Rubén Szuchmacher. La propuesta escénica puede verse en el Teatro Infanta Isabel hasta mediados de marzo con alguna leve interrupción.

Imanol Arias es Willy Loman, el viejo comercial-flacucho, nervioso, gruñón y peleón- a quien, después de más de tres décadas de entrega a la empresa, un buen día se ve en la calle por su baja productividad y, de pronto, el sueño de toda una vida se hace añicos. Es verdad que un sueño fabricado a través del autoengaño, de la ilusión, de llegar a creerse su propia mentira. Pero eso no hace menos dura la caída y lo precipita al desenlace ya anunciado en el mismo título de la obra.

En casa, siempre esperando a su marido, dándole ánimo, minimizando lo adverso y maximizando cualquier resquicio de optimismo para los miembros del clan, está siempre la señora Logan, encarnada por una convincente Cristina de Inza.

Beef, el mayor de los Logan, está interpretado por Jon Arias –hijo de Imanol también en la vida real-, 34 años, pendenciero y ladronzuelo cuyas tendencias a apropiarse de lo ajeno en cualquier descuido, le han llevado ya a la cárcel durante unos meses. Vulnerable y fracasado, como su padre, pero mucho más realista, acaba enfrentándose a él y matándolo –metafóricamente hablando, claro-, en la escena más vibrante de la propuesta.

Y con ellos el resto de personajes de ‘Muerte de un viajante’, comenzando con Happy, interpretado por Carlos Serrano-Clark, que se mete en la piel de su personaje, el menor de los hermanos, un eterno adolescente irrefrenable que no para de jactarse de sus conquistas femeninas. Y con él, Jorge Basanta, Charlie, un buen amigo de Logan, realista, sensato y bonachón; Fran Calvo que da vida al hermano de Willy, un aventurero y triunfador que simboliza el sueño americano; y, por último, Virginia Flores es esa mujer que alivia las largas noches del viajante en la modesta habitación de hotel que lo acoge en sus cíclicos viajes comerciales.

Los muros pintados de gris y apenas unas sillas de comedor, con una pantalla al fondo, forman el espacio escénico que ha diseñado Jorge Hugo Ferrari, que ha iluminado Felipe Ramos, y al que ha puesto banda sonora Bárbara Togander con sugerentes aires de jazz norteamericano.

La adaptación de Grueso, que ha reducido el número de personajes y la duración de la obra –poco menos de dos horas-, , pero que no resta ni un ápice al conflicto y a la tensión constante entre los personajes principales, ha sido inteligentemente dirigida por Rubén Szuchmacher para conseguir una propuesta fiel al original y sin recargar las tintas en mayores profundidades de las que afectan a una familia de clase media baja, la de Logan, metida en una casita en pleno Brooklyn, rodeada de rascacielos por los cuatro costados, que impiden que el sol limpie los aires de fracaso que pueblan el drama de principio a fin en una tensa e hipnotizante representación del clásico de Miller.

‘Muerte de un viajante’

Autoría: Arthur Miller

Versión y adaptación: Natalio Grueso

Dirección: Rubén Szuchmacher

Interpretación: Carlos Serrano-Clark, Cristina de Inza, Fran Calvo, Imanol Arias, Jon Arias, Jorge Basanta y Virginia Flores

Diseño de escena y vestuario: Jorge Hugo Ferrari

Diseño de iluminación: Felipe Ramos

Diseño sonoro: Bárbara Togander

Compañía: Okapi Producciones

Teatro Infanta Isabel, Madrid

Hasta el 20 de marzo de 2022