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Andreotti y la desmemoria colectiva

sábado 22 de enero de 2022, 15:20h

Decía José Saramago que se empieza con el olvido y se termina en la indiferencia. Sobre esto leí en un libro, escrito por Giulio Andreotti, aquel viejo zorro de la política italiana decir que un proceso judicial puede ser más sutil que un asesinato.

Siempre me llamó la atención esta personalidad democristiana, siete veces primer ministro y más de una veintena de ocasiones ministro de Finanzas, Tesoro, Defensa, Industria o Asuntos Exteriores así como encausado por una poco clara acusación de conexión con la mafia. La última vez que le vi, en Atenas, en un congreso de la democracia cristiana europea, seguía con atención los debates, tomaba notas e intervenía. Tras tumbarnos una enmienda sobre la regionalización de Europa fui donde él y le hablé de la reunión de Roma de 1946 donde el PNV había sido invitado y le mostré cortésmente nuestra contrariedad por su voto. Me miró con sus ojos achinados, respiró y se excusó. ”Recuerdo aquella reunión de 1946 que fue fundamental, pero no pensé desgraciadamente en ustedes al votar, que salvaron los principios de la DC, sino pensaba en la Liga Norte”. El hecho no es óbice para destacar su figura que presidió Italia de una manera casi total durante cuatro décadas. Retirado de la primera línea y como senador vitalicio tuve la suerte de verle en reuniones de la Unión Interparlamentaria y en otras de signo europeo. Con su creciente joroba, no se podía dejar de reconocer que semejante personalidad era un fuera de serie a la hora de zurcir acuerdos. Maquiavelo lo hubiera elegido como retrato de otro Príncipe.

Escribió un libro “De prima Re Publica” sobre la historia de la República italiana, desde el referéndum sobre la monarquía en 1946 hasta nuestros días. Y es que en 1946, sólo el PNV y un partido suizo acudimos al Congreso de la naciente DCI en Roma tras la guerra donde emergió con fuerza la figura del europeísta Alcide de Gasperi, siendo Andreotti su secretario. Y fue también en aquella oportunidad en la que no triunfaron las presiones de la embajada franquista en Roma y el ex diputado alavés Francisco Javier de Landaburu fue el invitado más importante de aquel partido que iniciaba una singladura de gobierno. El libro pues, es muy interesante.

“Mi libro -dice Andreotti-, traduce una preocupación personal por el hecho de que muchos de los nuevos políticos saben poco o nada de lo que hicimos nosotros en el pasado. Hay una tendencia a cancelar todo lo que significa “viejo sistema” o “viejo régimen”, lo que permite a los políticos de hoy poder decir “nosotros somos estupendos” y “nuestros predecesores no hicieron más que barbaridades”.

“Italia tiene una serie de problemas justamente porque ha crecido rápidamente, y es verdad que si un defecto puede achacársele es el no haber entendido que una sociedad que crecía de manera tan rápida a nivel económico, en calidad de vida, tenía necesidad de construir ese progreso sobre una base moral más fuerte. Considero que la crítica de Pier Paolo Passolini a la DC, acusándonos de materialistas, y recordándonos que “non in solo pane vivit homo”, fue válida. Aquello merecía una reflexión que no hicimos entonces porque lo consideramos un ataque político”.

“Yo el poder no lo concibo como un cargo público, como un mandato político. El poder lo entiendo en términos de influencia sobre la opinión pública. Indro Montanelli, por ejemplo, tuvo más poder que un ministro. Bajo esta perspectiva, pienso que el poder no desgasta si uno sabe comunicarse con la gente. Naturalmente, si se contempla el poder como ejercicio de un mandato, como un cargo público, sí que puede desgastar, incluso interiormente. Dicho esto me parece que una cierta profesionalidad política siempre cuenta, porque hoy estamos asistiendo precisamente a una gran falta de preparación para la vida pública e incluso del gusto de hacer política”.

Seguiría transcribiendo pensamientos de un político a tiempo completo que seguramente con el tiempo tendrá el debido reconocimiento. Con el viejo zorro no pudo ni la peletería a la que le llevaron las reyertas de su país tras el hundimiento del Muro y el fin de la política de bloques, ni los odios africanos hacia un tipo inteligente con las ideas claras al que he recordado viendo el pésimo espectáculo de un Boris Johnson, político exitoso en esta sociedad del espectáculo, la antítesis de Andreotti, al que nunca le ha importado mentir, frivolizar, mal usar el poder. En estos días se nos daba una de las pautas que siempre ha utilizado para salir flotando en todas sus crisis, su fórmula cínica y mágica que no es otra que “la desmemoria colectiva”. El tipo sabe bien que la gente se olvida de todo, tiene memoria de pez y en tiempos de crisis la falta de seriedad y de rigor se sustituye por el pan y el circo, el enamoramiento de la superficialidad, la infantilización de la política, la manipulación de la realidad, la exageración y sobre todo la falta de formación histórica de la clase política. Sobre todo esto. A pesar de que se nos diga que hay que escuchar fuera, cuando no se escucha dentro. Falta de cultura de país y de sentimiento de partido humanista.

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