Los Teatros del Canal, de la Comunidad de Madrid, acogen desde el sábado pasado y hasta este fin de semana 'Una costilla sobre la mesa: Padre’, de la controvertida -admirada y despreciada a la vez, y en idéntica proporción, por los espectadores españoles-, Angélica Liddell (Figueras, 1966). Es la continuación de Una costilla sobre la mesa: Madre, que pudo verse en este mismo escenario en noviembre de 2020.
Decíamos entonces de la propuesta escénica que Liddell dedicó a su madre que toda ella estaba impregnada de “una sola y profunda idea de dolor, de amor, de oración y de culpa”. A esta segunda propuesta por la muerte de su padre, 'Una costilla sobre la mesa: Padre', hay que añadirle, además, una buena dosis de acusaciones hacia la figura de su progenitor. Y lo hace a partir de su libro homónimo, publicado en 2018, y de los textos del filósofo Gilles Deleuze quien, en Presentación de Sacher-Masoch. Lo frío y lo cruel, mezcla el psicoanálisis, la muerte y el pensamiento.
Textos desgarradores, crudos, directos, que hieren la sensibilidad del más pintado, se mezclan con estampas plásticas y sonoras bellísimas y con una coreografía en donde los personajes se mueven con auténtica armonía sobre el escenario. Pero, al mismo tiempo, la dramaturga y actriz muestra al público su trasero manchado con lo que parecen excrementos, hace que su padre se los limpie. Y eso no es todo: orina de verdad en escena, no metafóricamente. Y muestra retadora su vulva a su padre. Acciones todas, como ven, de marcado tono provocador que contrasta con la utilización de música popular como ‘Los campanilleros’ (la canción se escucha íntegra y en absoluta oscuridad al inicio del montaje), o una versión de auténtico escalofrío de La Saeta en la que se canta al Cristo de los Gitanos de Machado y Serrat, interpretado por una banda de Semana Santa sevillana para cerrar el montaje), combinándolos con música culta –el Nisi Dominus de Vivaldi, o una excelsa versión coral del Padre nuestro cantado en latín-, o música electrónica y machacante.
“… Verás crecer la fuerza de la juventud en la misma medida que los excrementos desbordan tu cama. Tal vez la persona que te lave el culo sea una muchacha hermosa para contribuir todavía más a tu humillación y a tu vergüenza… Y toda esa deyección incontenible no es nada más que la prueba irrefutable de la existencia de Dios…”. Parlamentos como este son lanzados con rabia, con irritación y con dolor por Angélica. Con ella, y haciendo su intervención hablada siempre en francés, está también Oliver Laxe, el actor y director gallego (O que arde) y Camilo Silva. Con todos, y entre todos, establece diálogos sobre Dios, sobre la muerte, y sobre el papel del arte (bellísima la reproducción de la Virgen de la Anunciación de Antonello da Messina), en ese encuentro con las creencias y los sentimientos más sublimes del ser humano.
Los contrastes, como ven, son continuos, unas veces sobrecogen, otras su ironía y mordacidad levantan sonrisas, pero, eso sí, mantienen siempre la atención extrema de todos los espectadores.
Desde luego, este ‘Una costilla sobre la mesa: Padre' sigue siendo Liddell en estado puro y seguirá alimentando la polarización del público frente a la obra de esta enfant terrible del teatro español que hace ya varios años decidió abandonar este país y afincarse en la culta y liberal Francia.
'Una costilla sobre la mesa: Padre'
Texto, escenografía, vestuario y dirección: Angélica Liddell
Reparto: Oliver Laxe, Angélica Liddell y Camilo Silva
Con la colaboración de: Elzbieta Koslacz, Beatriz Álvarez, Laura Jabois, Raquel Fernández, Blanca Martínez, Olga Redondo y Amor Prior
Una coproducción de La Colline – théâtre national y los Teatros del Canal, con la colaboración del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid
Teatros del Canal, Madrid
Hasta el 30 de enero de 2022
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