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La Biblia de Manchester

sábado 05 de marzo de 2022, 11:24h

En la Cumbre de Evian se entrevistaron los presidentes Bush y Chirac. La televisión emitió el diálogo entre ellos: ”podemos tener desencuentros pero eso no justifica que tengamos que ser desagradables el uno con el otro”, le dijo el estadounidense al francés. Buen comentario, propio de una sociedad educada. Lo ocurrido en el PP con García Egea ilustra una forma interna de actuar prepotente y desagradable. Convertir los partidos en cuarteles con sargentos chusqueros al frente, maltratando a la gente y faltándoles al respeto con sus argumentos de falsa autoridad, termina pagándose. Me escribía un ex senador del PP de Segovia lo siguiente: ”en el acto de presentación a los candidatos de las alcaldías importantes de Castilla León, celebrado en Palencia, cuando ya estaban los candidatos ocupando el lugar destinado, se acerca un mandado de Pablo Casado y dirigiéndose al candidato a la alcaldía de Segovia, le pide que se levante ya que el candidato iba a ser otro que casualmente era amigo de Pablo Casado. Aquello fue una arbitrariedad humillante. No me extraña que todo esto ha dado con los huesos de García Egea y Casado fuera de Génova. La gente tiene un límite”.

El pasado miércoles 23 de febrero Andoni Ortuzar, presidente del Euzkadi Buru Batzar, se sometió a la ronda de preguntas que el presidente del Forum Europa le hizo sobre todos los temas de actualidad. Presentador y conferenciante, cada uno en un atril, hicieron su trabajo sin acritud. José Luis Rodríguez, al que coloquialmente se le conoce como el Puma, en recuerdo del cantante venezolano, le hacía sus preguntas en nombre del Forum y las de los periodistas allí presentes. El formato es ágil y si tienes el kilometraje rocoso de Ortuzar, su retranca, habilidad y dejaditas al txoko, lo bordas. Lo hizo. No tuvo inconveniente en decirle a los empresarios lo que opinaba de su criticable postura sobre la reforma laboral, ni poner a Vox en su sitio y reclamar una acción más contundente para que no gobierne ni tan siquiera un puesto de pipas. Habló de un Casado que había firmado al amanecer su sentencia de muerte política (quizás temporal), sobre la necesidad de un PP democrático, no salió con paños calientes sobre las posibles candidatas a futuras elecciones ni sobre, los complejos y las asignaturas pendientes que tiene la IA o la diferencia entre Vox que se sale del mapa democrático y Sortu que a trancas y barrancas trata de acercarse a él tras años diciendo lo contrario y criticando a los demás de venderse por un plato de lentejas. Contestó sobre las declaraciones subidas de decibelios de Eneko Andueza, la dificultad de negociar con un PSOE al que pagas al contado y cobras a 90 o a 1000 días o nunca, y, en tiempos de laicismo agudo se declaró creyente y un católico que quiere se esclarezcan los abusos producidos por algunas personas de la Iglesia. Lo hizo con ironía, humor y datos, lo que logró que el desayuno, incluso supiera a poco. Le ha cogido el punto al pil pil y le salen buenas cazuelas.

No quiero con esta introducción parecer uno de esos pelotilleros, tipo Iturgaiz o de los impresentables que le rodeaban a Casado con un incensiario a tope y que ni esperaron estar en la mitad del río para cambiar de caballo. Dicen que el peor gas para un político es el incienso y Casado pereció precisamente por eso. Un líder de verdad no puede tolerar a su lado pelotas que le distorsionan la realidad ni un tipo como García Egea tratando a la gente como si estuvieran en una guardería. En todos los partidos los hay pero eso no es admisible en un sistema democrático y de valores.

Andoni Ortuzar reconoció en el desayuno el trauma que había supuesto en el PNV la división de 1986 argumentando que aquello de alguna manera lastraba el debate interno y que había que superarlo. Han pasado de aquel duro enfrentamiento 36 años y creo llegada la hora de repensar otro tipo de relación entre un partido que fue muy asambleario, y sigue siéndolo, a un partido de cuadros que es lo que las circunstancias, la pandemia y los éxitos de una fórmula más ejecutiva han hecho en una sociedad tan cambiante, y ahí está la guerra en Ucrania.

Por eso el domingo pasado la manifestación en favor de Ucrania terminó en la Plaza Elíptica de Bilbao mal llamada Moyúa el nombre de un alcalde impuesto por la dictadura primoriverista. Dictadura, sin prensa, partidos, ni debate. Siete años de dictadura. Algo así como si en Kiev le cambian ahora el nombre de la Plaza Maidam a un ucraniano pro ruso. Impensable ¿Por qué aquí?. ¿No se debería cumplir la ley de Memoria Histórica?, mucho más al haber sido un acuerdo dictado por el alcalde Areilza en 1937 cuando entró en Bilbao y dijo aquello que había sido conquistado por las armas y una victoria militar. El alcalde Ortuondo cambió Plaza España por Circular y Gorordo la Avda del Ejército por Lehendakari Agirre. No pudo en ese momento con Moyúa al carecer de mayoría y tener enfrente una campaña del Correo español de las suyas, pero creo ha llegado el momento de cumplir la ley de Memoria Histórica como se hizo con el escudo del edificio de Hacienda en la plaza Elíptica.

El caso es que la concentración del domingo fue allí. Estuve con un grupo. Me comentaba una Sra. tras la manifestación en favor de Ucrania, sus penas y desengaños. La Sra es una persona culta, activa y positiva que acaba de editar un libro sobre el alcalde Ibarretxe, arquitecto y gran gestor de principios del siglo XX. La Sra forma parte del Consejo de Distrito de Abando y nos comentó a los presentes que estaban escribiendo una carta muy dolida al concejal del distrito pues les viene todo decidido y no saben que pintan en un órgano hecho para escuchar y compartir. Ordeno y mando. Contrasta con la campaña “Entzunez eraiki”, el proceso de escucha activa puesto en marcha por el EBB y que grita contra esta impura realidad. Y es que para que esta campaña tenga éxito, ojalá, no solo hay que escuchar fuera, por supuesto, pero mucho antes hacerlo dentro. Hoy en día no es admisible respuestas prepotentes y mucho menos irrespetuosas. No podemos mantener un discurso bipolar hablando de transparencia y cercanía y actuar desde la soberbia y el hecho consumado, dejando clara la distancia entre lo que se dice y lo que se hace. Hay que decirles a los futuros electos. Paciencia y empatía o no te dediques a la política.

Por eso traigo aquí algo que debería ponerse en todos los lugares donde haya gentes vocacionales al servicio de la sociedad y trabajando con dinero público, dato importante que hay que recordar todos los días ya que no es de ellos. Y es que son muchas las leyendas que rodean los vestuarios de los equipos de fútbol, aunque una de las más extendidas es la que hace referencia a un cartel que cuelga de las paredes del recinto del Manchester United. Comienza con «las seis palabras más importantes (admito que he cometido un error)» y van decreciendo hasta «la menos importante: yo».

Son estas:

«Las seis palabras más importantes: Admito que he cometido un error». La humildad es una cualidad que revela muchas otras virtudes. Cuando un profesional es capaz de admitir sus equivocaciones, no sólo se hace responsable de las consecuencias sino que tiene en sus manos la opción de plantear soluciones o, al menos, evitar fallos futuros. En el campo de juego también es un valor imprescindible y su ausencia supone culpar al resto del equipo de algo en lo que no tuvo que ver.

«Las cinco palabras más importantes: Has hecho un buen trabajo». Un buen líder detecta los puntos débiles en el trabajo de los demás pero, de igual modo, es consciente de los aciertos. Pero, además, es necesario que transmita a sus subordinados esa satisfacción. Un entrenador vasco apuntaba en un encuentro el pasado mes de diciembre que el equipo, por su parte, «también me tiene que motivar a mí».

«Las cuatro palabras más importantes: Cuál es tu opinión». Consultar a todos los miembros de un grupo tiene como consecuencia directa una mayor implicación de cada uno de ellos.

«Las tres palabras más importantes: Si te parece...». Diplomacia, saber estar, paciencia. Tanto entrenador como directivo deben dominar las habilidades comunicativas y ponerlas en práctica cuando se pide un esfuerzo extra o se reprende algún comportamiento. De este modo, la persuasión será más efectiva.

«Las dos palabras más importantes: Muchas gracias». Este aspecto guarda también relación directa con la humildad. Saber agradecer el trabajo de los demás no es tarea fácil, pero sus resultados siempre repercuten positivamente en la consecución de objetivos.

«La única palabra más importante: Nosotros». El equipo, centro del trabajo, es también el núcleo a la hora de liderar. El secreto reside en no considerarlo como un ente ajeno que ejecuta órdenes sino sentirse parte de él.

«La palabra menos importante: Yo». Ésta es la palabra menos importante en el discurso y estrategia de un equipo, incluido su líder. No quiere decir, sin embargo, que desaparezcan los valores individuales sino que éstos deben perseguir siempre el beneficio grupal.

Ahí quedan. Si todas las instituciones, todos los equipos deportivos y todos los partidos las tuvieran presentes, otro gallo nos cantaría.

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