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Poemas de cristal

lunes 25 de abril de 2022, 09:34h

Decía Josefina Pla, la gran dramaturga y poetisa paraguaya de origen español, “que todo comenzó en el espejo, donde la nube fingió islas, cimientos el arco iris y la estrella guiñó mintiendo al pez incauto; la luna escribió música que no despertó a nadie y reconoció el viajero a su viejo fantasma”.

Cierto, todo comenzó en el espejo. También en Soto del Real, municipio madrileño que, además de, con un maco afamado por sus con frecuencia ilustres huéspedes, cuenta, entre otras muchas gratísimas cosas, con un bibliotecario insigne, Juan Sobrino, que el pasado 2021 la revista Forbes consideró como uno de los cien personajes más creativos de España y que lleva años llevando el evangelio del amor al libro por residencias de ancianos, escuelas, la propia cárcel y cualquier otro rincón imaginable, convirtiendo a la Biblioteca Municipal de Soto del Real en un referente mundial, por sus campañas de animación a la lectura.

Durante el confinamiento pandémico, Juan luchó denodadamente porque ese vínculo se mantuviera firme, y, con tal objetivo, más allá de su intrínseca hombría de bien, leyó durante meses cuentos, narraciones y poemas por teléfono a los afligidos que vivían la dramática zozobra del extrañamiento y la clausura.

Ahora, recuperadas algunas o bastantes libertades, a Juan se le ha ocurrido, en su papel de brazo armado de la Concejalía de Cultura que ostenta la entusiasta Almudena Sánchez, celebrar la Feria del Libro local, además de con las clásicas presentaciones de libros, conferencias, itinerarios de cuentacuentos y puesta en pie de casetas de firmas, con una venturosa iniciativa, Poemas de cristal, mediante la que medio centenar de comercios del pueblo, bajo sus auspicios, han decorado escaparates, de todo tamaño y conformación, con poemas elegidos específicamente o casi para cada negocio. Juan ha decidido y conseguido con largueza sacar la poesía a la calle, para que vecinos y visitantes más o menos ocasionales gocen por las calles de la antigua Chozas de la Sierra de una experiencia cultural atrayente, original e inmersiva.

Para llevar a buen puerto el proyecto, Sobrino ha contado con la colaboración inestimable de Silvia Tapia, licenciada en Turismo, máster en organización de eventos y en organización hotelera, profesionalmente gestora empresarial, que en 2015 empezó a estudiar caligrafía inglesa y posteriormente fue formándose concienzudamente en estilos más antiguos, como itálicas, góticas o unciales, junto a otros más modernos como brushpen y las novedosas variaciones de itálicas, bajo la dirección de grandes expertos en Portugal y Perú.

De regreso a España tras el sunami pandémico, se ha venido dedicando a la reproducción fidelísima de manuscritos y documentos antiguos, a la primorosa confección de diplomas, a la creación de piezas abstractas, a la elaboración de objetos conmemorativos y a otras múltiples actividades caligráficas que, en todos los casos, consiguen hacer realidad la máxima del gran maestro de la abstracción lírica Wassily Kandinsky de que las letras no solo actúen como signos prácticos y útiles, sino también y muy singularmente “como melodía pura e interior”.

Es posible que algún desinformado piense aún que la técnica de escribir con letra hermosa, artística y correctamente formada, siguiendo diferentes estilos, es cosa de tiempos pretéritos y recuerdo nostálgico de un pasado que no volverá, pero tal supone ignorar que la esencia de este nuevo milenio tiene buena parte de su fundamento en la circunstancia de que Steve Jobs tomara cursos de caligrafía en el Reed College de Portland, Oregón. El visionario de la informática y cofundador de Apple, aplicó todos aquellos conocimientos a la creación del primer Macintosh, Mac o “Cabezón”, que cambió la historia, humanizando y haciendo atractivo el uso de las computadoras, hasta entonces patrimonio casi exclusivo de científicos e ingenieros, para poner en manos del público en general y de colegiales en particular aquel prodigio tecnológico.

En su discurso de recepción del doctorado honoris casusa que le otorgó la Universidad de Stanford en 2005, Jobs lo recordaba así: “Fue el primer ordenador con tipografías bellas. Si nunca me hubiera dejado caer por aquel curso concreto en la universidad, el Mac jamás habría tenido múltiples tipografías, ni caracteres con espaciado proporcional. Y como Windows no hizo más que copiar el Mac, es probable que ningún ordenador personal los tuviera ahora. Si no hubiera entrado en esa clase de caligrafía, los ordenadores personales no tendrían la maravillosa tipografía que poseen”.

En los días que corren, nosotros somos quien somos, basta de historia y de cuentos, gracias, en muy buena media, a la tipografía, y ahí están los comercios de Soto del Real para mostrar que pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

Y al hilo de lo antedicho, aunque por azares configurativos entre los cincuenta de referencia no hay alguno de Gabriel Celaya, es evidente que, aunque ya nada se espere, la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro. Como ejemplo, un par de botones.

En el restaurante chino dignamente cutrelux de la localidad, se estampan versos de Ángel González: “Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,/ y una voz cariñosa le susurró al oído:/ - ¿Por qué lloras, si todo/ en este libro es de mentira?/ Y él respondió: - Lo sé,/ pero lo que yo siento es de verdad”.

Y, rizando el rizo, en la sede de la Policía Local del pueblo, sita en la Plaza de la Villa, hay plantado uno de David Minayo, el autor del poemario El amor en los tiempos de los desguaces de coches, que reza: “Y me alejo de tí/ de la forma en que huye un ladrón asustado:/ sin su ansiado botín,/ sin nada/ que esconder/ en los bolsillos”.

Niquelado, oiga.

Y dicho lo antedicho, y teniendo en cuenta que Steve Jobs creó tipografías como tributo a ciudades por las que sentía especial afecto, como Chicago y Toronto, personalmente exaltante propondría considerar que Soto del Real tenga la suya.

Vale.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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