Crítica de la obra de teatro 'La descomposición de Courtney': el grunge sube a las tablas

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jueves 28 de abril de 2022, 11:46h

La compañía andaluza La Tarara Teatro firma ahora una nueva propuesta, ‘La descomposición de Courtney’, una pieza difícilmente clasificable que presenta un lenguaje propio, esperpéntico, surrealista y juguetón a la vez, para tratar un tema nada fácil y en el que hubiera sido mucho más tentador caer en el tremendismo, incluso en la tragedia. Y, sin embargo, aunque sobre el escenario se habla de asuntos tan serios como el suicidio, los maltratos físicos y psicológicos dentro del seno familiar, o del crecimiento de una niña en ese ambiente tan hostil, sórdido y oscuro, a la propuesta no le falta ni sentido del humor, ni estética patente (a mitad de camino entre el pop y el expresionismo), ni melodías variadas que van desde Julio Iglesias a Miguel Bosé, o desde Alejandro Sanz a la racial Merche, pasando por clásicos barrocos.

La propuesta ha podido verse en las últimas semanas en la madrileña Sala Nave 73, escrita y dirigida por Marie Delgado –directora asimismo de La Tarara-, que interviene en ella también como actriz, acompañada en escena por Luis Carlos Agudo y Rubyalex Cortés (en otras funciones Carlos Pulpón). Los tres intérpretes, componen ‘La descomposición de Courtney’ entre ese humo de escenario que contribuye a desdibujar la realidad y mezclarla con el ensueño, la pesadilla o la quimera, y hablando unas veces en inglés –la mayor parte-, otras en español, en italiano y hasta en francés. Jose W Paredes es el diseñador del espacio escénico y la peculiar iluminación del montaje.

De cualquier forma, ya se advierte al espectador, a través de una voz sintética (la de Loquendo), desde los primeros momentos del montaje, que no es aquí la racionalidad la que debe situarse en primera línea de cuanto acontece sobre las tablas de Nave 73, sino las emociones, el soplo del subconsciente de cada espectador, para acabar de reconstruir la progresiva descomposición de los personajes.

Tres personajes conviven en escena: la pareja de roqueros, Kurt y Courtney, y su hija Frances. Casi antes de que nada suceda, la voz sintética de Loquendo sitúa al público en la historia, para que nadie desperdicie ni un instante en las posibles interpretaciones de la fábula: “La descomposición de Courtney cuenta la historia de cómo Kurt Cobain y Courtney Love se mudan a un nuevo hogar con su hija Frances. No obstante, el éxito de Kurt con su grupo Nirvana provoca los celos de Courtney. El desenfreno lo lleva a depender de las drogas, el alcohol y la cirugía estética. Frances, su hija, será la víctima de todas las desgracias y se verá dentro de una espiral de autorrechazo y tormento. Finalmente, Courtey mata a Kurt y todo se vuelve un infierno…”.

A partir de ahí es la expresión corporal, la mímica y el movimiento de los cuerpos los que configuran una propuesta que navega por el horror, la ternura, el esperpento, la estética, la sonrisa y las emociones. De todo eso sabe mucho La Tarara y Maríe Delgado, que han hecho de ese lenguaje la base de sus propuestas teatrales y de sus performances. Tratar de definir sus montajes es lo de menos. Lo importante es dejarse llevar por ese mar de emociones encontradas, contradictorias, tan quiméricas como realistas, tan naif como barrocas.

Como la música de Nirvana, en ‘La descomposición de Courtney’ conviven la potencia expresiva, la indignación, la ironía, el desorden, el desencanto, la sencillez y las notas depresivas. En conjunto, una propuesta muy interesante.