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Los tanques de Putin

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 09 de mayo de 2022, 11:30h

En la guerra de 1914 -conocida como I Guerra Mundial- los ingleses tuvieron la idea de utilizar tractores blindados y armados como carros de combate. Para mantener en secreto el proyecto se dijo que se iban a fabricar tanques de agua, de allí derivó la denominación popular de “tanques” para estos poderosos vehículos que, durante aquel conflicto, no tuvieron gran éxito. Fueron los rusos quienes creyeron en su eficacia en planes de guerra acorazada, aunque su papel poco lucido en nuestra Guerra Civil no favoreció su prestigio bélico. Los alemanes también experimentaron sus Panzer en nuestra Guerra Civil, con tripulaciones españolas. Su blindaje insuficiente y su armamento ligero explicaron sus cortos resultados aunque, en ambos casos, se debió a estar condicionados por una contienda que discurría por cauces muy lentos. Fue con vistas a la II Guerra Mundial cuando los generales alemanes concibieron el concepto de guerra relámpago motorizada y blindada y la apellidaron “Blitzkrieg”, lanzando sus tanques contra Polonia, casi indefensa, y después contra Francia. El impulsor de aquella Blitzkrieg fue el general Guderian. Su ofensiva arrolló a la Europa occidental que, evidentemente, no estaba preparada para hacerle frente. Luego se abalanzaron contra la Unión Soviética y allí se encontraron con dificultades climáticas y logísticas y ¡Con los tanques rusos! Unos vehículos más toscos, más pesados pero más acorazados y artillados. Quizá de aquellos tiempos le viene a Putin la fe para pensar que iba a invadir fácilmente Ucrania con sus largas filas de carros de combate.

Después que los aviones rusos dibujasen la Z en el cielo de Moscú, Vladímir Putin proclamaba las razones de su “operación especial tras ver desfilar por la Plaza Roja a sus soldados con aparatosa marcialidad, mientras los defectos de organización y logística demostraban en Ucrania que su ejército no era tan moderno como aparentaba. Los tanques rusos eran despanzurrados con cualquier artefacto ligero traspasado por la OTAN que no costaba ni el 1% del valor de cada carro destruido. Putin no parece saber que el éxito de los tanques rusos no fue porque fuesen más perfectos que los alemanes ni porque sus generales fuesen más audaces o sus soldados más disciplinados. Sino porque Stalin era un gobernante más competente que él, que tenía en cuenta los factores económicos e industriales y su alianza con Occidente y reemplazaba sus tanques a velocidad record en fábricas situadas a miles de kilómetros del frente en donde, en 1942, ya había producido en serie más de 15.000 blindados mientras la industria alemana bombardeada y escasa de materias primas no podía rivalizar en aquella multiplicación. Aquel esfuerzo desmesurado de la Unión Soviética, que ahora ha sido celebrado como victoria, es inasumible por esta Rusia cercada progresivamente por las economías globales y sin motivación alguna para sacrificar a su país que no se siente agredido ni invadido sino que hace actuar a sus soldados contra quienes defienden su independencia y su libertad. Cuando vamos hacia el tercer mes de la agresión a Ucrania, los fracasos de los carros rusos para ocupar Kiev e instalar allí un Gobierno vasallo, los de sus batallones mal recibidos por los habitantes, incluidos los rusoparlantes del Donbás y las fuerzas anfibias fracasadas en la costa de Odesa, nos demuestran los errores de cálculo del tirano del Kremlin. Planificó sobre mapas y no sobre personas. Despreció a Zelenski y confió en que su terrorífico arsenal nuclear paralizaría a Occidente. Avanzar lentamente sobre ciudades arrasadas y poblaciones muertas o desplazadas son las cuentas de una victoria pírrica tan cara como es mantener un gran ejército entre cementerios y ruinas.

La amenaza de las armas tácticas nucleares —que impiden avanzar sobre el territorio abrasado— suponen radioactivarlo y dejarlo tan peligroso para los ocupantes como para los ocupados. Las armas estratégicas —los misiles balísticos que amenazan al mundo— siguen significando la destrucción mutua garantizada. Un futuro negro sin porvenir para Putin ni para nadie. Al que solo recurriría un demente por acorralado que se sienta. No puede arrasar a Ucrania y mantenerla ocupada por tiempo indefinido porque para eso los soldados tienen que salir fuera de los tanques. No puede justificar los costes de someter a Rusia a la sangría de una guerra larga sin causa justificada. No va a ser nunca más que lo que es por su conducta en esta guerra cruel. Cuando Europa consiga adaptarse a vivir sin su gas y su petróleo y lo sustituya por otras fuentes de energía esta historia habrá acabado. A Putin le conviene replegar sus tanques y terminar ese ensayo expansivo al que llamó “operación especial”, con un “empate técnico…” si puede. Decir que su ejército ha cumplido con lo programado y sentarse en una mesa de negociación. Lo único que ha conseguido es acelerar la urgencia de una política europea de seguridad y defensa compatible con el vínculo trasatlántico. Una política frente a la que resulta distópico celebrar el triunfo sobre la Alemania nazi del siglo pasado. Esta vez los tanques rusos no avanzan contra el nazismo sino contra la libertad.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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