Josep María Miró escribe y dirige un montaje que ya subió a los escenarios con más que notable reconocimiento de crítica y público hace una decena de años, ‘El principio de Arquímedes’, que ahora puede volver a verse hasta finales de mes en el Teatro Quique San Francisco.
Desde entonces hasta ahora se ha traducido a múltiples idiomas y se ha representado en varias docenas de países. El acierto dramático, pues, es incuestionable y, además, trata sobre un asunto de absoluta actualidad y cada vez más peliagudo porque las redes sociales hoy multiplican por varios enteros cualquier incidente, cuestión -cierta, menos cierta o directamente inventada-, simplemente porque tiene cierto grado de verosimilitud.
La fábula se sitúa en una piscina de cualquier ciudad. La regenta Ana, directora del club de natación, de cuarenta y tantos años, seria, profesional, rigurosa. Y con ella dos jóvenes veinteañeros, que son los monitores de los dos grupos de chavales y chavalas que acuden diariamente a entrenar.
En el de los más pequeños, los «Caballitos de mar», ha surgido un incidente que los padres maximizan hasta el punto de poner en cuestionamiento la actitud de Javi, el entrenador.
En medio de los juegos, los miedos y las tensiones de los niños, en un momento ha abrazado, besado y acariciado a un menor. Una de las niñas del otro grupo, el de adolescentes, llega a afirmar que ese beso se lo dio en los labios.
Los padres no se preocupan en indagar con más profundidad la naturaleza y el alcance de ese beso y, a partir de ahí, comienzan las acusaciones directas y probablemente infundadas. A ellas le suceden los insultos, las dudas, las presiones contra el joven entrenador, que se extienden también hasta la directora del club y resquebraja tanto su confianza como la amistad surgida entre los dos entrenadores…
Ana Belén Beas es la directora del club; Pablo Béjar y Guillermo López ( Javi y Héctor), los dos entrenadores, y Alejandro Tous, el padre del niño presuntamente acosado. Estupendos todos ellos, transmiten una tensión y una verdad a cuanto sucede sobre el escenario que, durante los 80 minutos de función, puede hasta masticarse.
El texto es directo, cortante, contundente, y la dirección de Josep María Miró precisa y extremadamente inteligente. La repetición de parte de varios diálogos clave entre los personajes ayuda al espectador a resituarse en el desarrollo de la fábula y a adoptar varios puntos de vista sobre lo sucedido.
Los cuatro actores, siempre presentes en escena, ya sea en primer o segundo término, provoca una agilidad mayor en los diversos cambios del atrezo propio de un club de natación (banquillos de vestuario, taquillas, boyas flotantes, etc.). El diseño de la sencilla pero eficacísima escenografía es de Fer Muratori y el vestuario (deportivo en los entrenadores y la directora del club, y cómodo en el del padre), ha sido diseñado por Silvina Falcón.
Situaciones que hace solo unos años eran vistas como absolutamente normales y no despertaban ningún tipo de suspicacias, recelos ni incomodidad para nadie -niños, entrenadores y padres-, son ahora contemplados con sospecha, con inquietud, con un peso que ronda –cuando no cae de lleno-, en el código penal y eso despierta la duda, la incomodidad y el recelo crecientes entre todos los grupos sociales implicados.
‘El principio de Arquímedes’ refleja con realismo absoluto esta especie de paranoia social a la que, con razón o sin ella, todos hemos contribuido a generar, y casi siempre partiendo únicamente de los prejuicios. La propuesta atrapa, del minuto uno al ochenta, y su interés es creciente. Imperdible.
‘El principio de Arquímedes’
Dramaturgia y dirección: Josep María Miró
Reparto: Ana Belén Beas, Pablo Béjar, Guillermo López y Alejandro Tous
Escenografía: Fer Muratori
Asistente de dirección: Quique Jáuregui
Vestuario: Silvina Falcón
Diseño gráfico: MAKTUB
Producción: El Tío Caracoles y MP producciones
Teatro Quique San Francisco, Madrid
Hasta el 29 de mayo de 2022
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-(1).jpg "Crítica de la obra de teatro 'El rey que fue': añoranzas desde el Golfo")
