Según se desprende de las actas de su última reunión, a las autoridades del BCE les preocupa la propagación de la inflación y el único debate importante parece ser el de la rapidez y el alcance del endurecimiento de sus políticas. Las actas muestran que hubo consenso sobre la necesidad de revertir la política ultralaxa, pero hubo divergencias sobre la rapidez y el alcance de la misma. Algunos miembros consideraron que es importante actuar sin demoras indebidas. También se vio el riesgo de que, si el Consejo de Gobierno no señalaba un proceso de normalización de la política más rápido, las expectativas de inflación seguirían aumentando. El BCE decidirá en su reunión del 9 de junio poner fin a las compras de bonos a mediados de año y probablemente dará pistas inequívocas de que se producirá una subida de tipos en la reunión de julio.
Mientras tanto, en EE.UU. los resultados de los grandes grupos de ventas minoristas están mostrando que la gente está centrando sus compras en alimentación y productos básicos en lugar de otros artículos, evidenciando el impacto de la inflación en el poder adquisitivo de los consumidores. Esta semana los presidentes de la Fed de Chicago y de Filadelfia dijeron que esperan que la Reserva Federal reduzca su ritmo de endurecimiento de la política monetaria después de julio, lo que sugiere que si bien hay consenso de una subida de medio punto, el apoyo para mantener ese ritmo después de julio puede ser limitado.