Pero ¿quién cuida de este país?

Las campañas electorales sirven para lo que sirven, es decir, para lanzar ofertas incontroladas a un electorado que ya andaba algo confuso y de ahí pasa al caos total. Y para lanzarse venablos en tantas ocasiones ajenos a la lógica y a la verdad. Es, de hecho, la verdad la que más sufre en casi toda campaña electoral, porque la sal gorda, el trazo grueso, la descalificación por principio y la negativa de toda crítica con atisbos constructivos están mucho más cerca de la falsedad que de lo que es cierto y comprobable.

Hay otra cosa que, en lo personal, me preocupa: ¿quién maneja el barco de la nación durante una campaña? Yo no lo sé, sinceramente: a veces uno se siente inclinado a abonar la tesis según la cual los gobiernos no son precisos, porque ya la Administración funciona sola. Claro es que se trata de una ‘boutade’ semianarquista, si usted quiere, pero no me negará que el espectáculo de estos días no le hace a usted sentirse tentado de preguntarse en qué diablos invertían su tiempo los ministros y otros altos cargos de la Administración hasta ahora. Porque ahora sus únicos programas en agenda consisten en participar en entrevistas radiofónicas o televisivas -Zapatero hasta ha aprendido a contraprogramar a Rajoy; ya se ve que tiene algún tiempo libre-, asistir a mítines y excusarse por no poder acudir a los actos organizados por la sociedad civil y que tienen relación con los respectivos departamentos ministeriales.

Así, ¿quién, además de la Divina Providencia, cuida de este país nuestro cuando la clase política, de director general para arriba, anda ajetreada con el coche oficial de acá para allá, de mitin en mitin, de acto electorero en acto electoral, de radio en radio, de tele en tele y tiro porque me toca? Pues eso: nadie. ¿Qué no es así? Un ejemplo, entre cientos: ando yo estos días en Burgos en un congreso sobre periodismo en las dos orillas del Atlántico, al que asisten periodistas de ambas partes y, concretamente, casi un centenar de destacados directores de medios e informadores latinoamericanos. Más de uno se ha extrañado ante la ausencia pertinaz de las secretarias de Estado concernidas, Trinidad Jiménez y Leire Pajín, en cualquiera de las sesiones de un congreso de tres días de duración (menos mal que sí compareció el secretario de Estado y ‘mano derecha de Moratinos, Bernardino León).

“Es que estamos de elecciones”, justifiqué yo.

Uno de ellos, el director de un medio venezolano poco acorde con el chavismo, me respondió con una frase que me ha hecho meditar:

“Cuántas elecciones se pierden por intentar ganar las elecciones”, me dijo.

Ahí dejo la frase, a la que se pueden encontrar muchos sentidos… En fin, a ver si llega de una vez el 9 de marzo y recuperamos a nuestros guías, quizá no del todo imprescindibles, ya digo.