De carnaval

"No permitas que una verdad te estropee una 'buena' historia". Muchos políticos asumen y practican este axioma como si lo hubieran inventado ellos mismos. Y en época preelectoral, mucho más. La propaganda como arma electoral contra la verdad. Una mentira repetida mil veces acaba pareciendo una 'verdad indiscutible'. Lo malo es que los medios de comunicación no sólo cuentan lo que dicen los políticos sino que, en ocasiones, se ponen al frente de la manifestación. La ideología aplasta a la información. 

   Hay muchos ejemplos. En el tema de las clínicas abortivas donde se han podido cometer presuntos delitos, varios ministros del Gobierno se han puesto al lado de las clínicas -un negocio privado muy rentable- y de las mujeres que deciden abortar y el propio Consejo de Ministros ha decidido aprobar medidas para garantizar este derecho legal, pero en ningún momento nadie ha señalado la obligación de cumplir la ley en todos sus aspectos ni tampoco la obligación de respetar la vida del no nacido, una vida protegible como reconoció en su día el Tribunal Constitucional. Al margen de la concepción moral sobre el aborto, todos estamos obligados a cumplir la ley. Y el Gobierno debe vigilar y exigir que se respete. Y, además, cien mil abortos al año en España, con todos los métodos anticonceptivos a disposición de cualquiera, hacen pensar que la ley es un coladero por el que entra todo el que quiere sin ningún control. Si ustedes lo prefieren, miramos hacia otro lado, pero es un grave problema legal, social y moral.

   En el caso de las sedaciones del Hospital Severo Ochoa, los ataques a un funcionario público que cumplió con su deber se hacen ignorando informes del Colegio de Médicos de Madrid y de otros Comités de expertos que denunciaron decenas de sedaciones irregulares. Y se omite intencionadamente que varios de los que entraron en el hospital y fallecieron allí no eran enfermos terminales ni, en algunos casos, graves. Y que no fueron informados sus familiares de que se les iba a aplicar esa sedación y de sus riesgos, ni hubo, por tanto, el preceptivo consentimiento informado. Y eso tiene un nombre. Se habla de que todo enfermo tiene derecho a cuidados paliativos y no se informa de que en la mayor parte de los hospitales se aplican y que hoy se puede actuar sobre el dolor sin que ello lleve a la sedación terminal ni a la eutanasia.     

   El lenguaje lo permite todo y lo confunde todo en una ceremonia casi siempre interesada. La negociación con ETA no ha sido tal, ni siquiera era 'un objetivo político', sino 'una circunstancia' (sic), como acaba de declarar el presidente Zapatero. Los políticos nacionalistas vascos se han manifestado y han amenazado con romper la baraja por una decisión del Tribunal Supremo contra Atutxa y el presidente del PNV, no un militante cualquiera sino Iñigo Urkullu, llama al Parlamento de Vitoria a rebelarse contra la Justicia si ésta suspende el PCTV. Por lo visto, no todos somos iguales ante la ley ni estamos obligados a respetar las decisiones judiciales. Y, aunque sea una anécdota, el ex presidente Pujol, que es un hombre inteligente y reflexivo, está satisfecho de sus siete hijos porque "han salido bien, son nacionalistas y trabajadores". ¿Será que empieza el carnaval o estamos de carnaval todo el año?