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protagonismo civil para la democracia

SOCIEDAD CIVIL, catapulta de la democracia

SOCIEDAD CIVIL, catapulta de la democracia

Catapula de la democracia

lunes 04 de febrero de 2008, 00:27h
SOCIEDAD CIVIL Catapulta de la Democracia   La especie humana es asociativa por antonomasia. Le viene de un profundo instinto gregario, que junto a los de conservación, nutrición y sexual, desarrolló cuando era una criatura que competía con otras por el dominio y la preservación. En su evolución hacia otras formas más eficientes de sustentación aquel instinto ha ido debilitándose, porque su seguridad ya no es asunto de sobrevivir frente a los peligros del medio, sino de satisfacer otras necesidades, más creadas que sentidas.   Hoy, con la propuesta democrática y la asunción de su responsabilidad por los partidos políticos -casi en exclusiva- el sentimiento individual y su impronta intelectual son sustancialmente débiles y amenazados, incapaces de evolucionar gregariamente hacia formas útiles a la democracia, sin el hálito originario del alma colectiva. Lo colectivo tiene poca relación con lo individual, mientras lo segundo tenga asegurados niveles mínimos de satisfacción material.   Históricamente en nuestro país la democracia no se ha entendido sin la supremacía de los partidos políticos y el caudillismo. La reciprocidad social no es entre individuos, sino entre partido e individuo, y caudillo e individuo. Como consecuencia, se nos ha enseñado que democracia es asistir a las urnas cada cierto tiempo, a creer que elegimos a los mejores para garantizar el desarrollo humano y social, ahora que la sobrevivencia no es asunto prioritario.   La contradicción aparece cuando el individuo político-partidista hace uso de esa individualidad, y relega a un término prácticamente inexistente la condición colectiva. Al fin y al cabo, tiene un lapso perentorio para asegurarse una plataforma material y económica que le permita ampliar su patrimonio y vivir cómodamente el resto de sus días de democracia.   Quizás el hombre haya evolucionado de ser un animal gregario a ser un animal de horda, y la democracia sea una manera grácil y engañosa de animarlo a creer que, como individuo intelectual, se reconoce cada lapso electoral depositando un voto que lo habilita para postularse algún día y saborear las mieses almacenadas durante tantos años de negación social.   Si la sociedad civil no asume su rol beligerante frente a los partidos políticos y sus caudillos, esas mieses permanecerán en las eras individuales de dichos partidos, para ser repartidas cada lapso gubernamental en detrimento del desarrollo humano y social de los panameños.   Panamá está llenando sus graneros. La sociedad civil tiene que proponer y vigilar de qué manera se usará la inminente riqueza que ya tintinea en los oídos de los políticos, para que abandonemos la condición de pobreza social y nos catapultemos al desarrollo colectivo. El próximo liderazgo no puede ser caudillista ni político partidista, sino civil asociativo, una némesis para el desarrollo nacional.            
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