Culecos seguros y con mucha agua

Nadie se molesta porque la policía nacional les haga formar largas filas antes de entrar a los culecódromos, los lugares donde se pasan más de 6 horas bailando al ritmo de música de discotecas u orquestas, mientras chorros de agua de río, previamente clorinada, refrescan la agitación y el calor producidos por la saltadera en este verano, un poco menos caluroso y seco, gracias al fenómeno conocido como "La Niña". "No me importa que me revisen, y es bueno saber que lo hacen a conciencia" es la respuesta a la pregunta sobre lo incómodo que puede resultar llegar a la puerta del culecódromo, y la revisión demore a veces hasta 2 minutos. Una fila para hombres y otra para mujeres, porque ambos sexos son sometidos a municiosa revisión, antes de permitirles gozar de la mojadera.  En los culecos pueden verse hasta niños pequeños, que este año han podido acompañar a sus padres a disfrutar de los carnavales. Las quejas más comunes son las largas esperas por las carrozas de los desfiles nocturnos, que a veces hay que esperar hasta las 3 de la madrugada, con los niños visiblemente cansados o dormidos. Los disfraces son harto originales: uno de ellos "en pareja" , portaba un letrero que decía ¿por qué no te callas?, mientras la pareja llevaba otro letrero que decia "porque llevo siglos callado... y es mi turno de hablar" . Los carnavales panameños llevan 3 años en una reedición muy bien programada, y hoy han recuperado su esplendor y su ya casi olvidada seguridad.  Los ciudadanos salen a las calles a ahogar sus penas en el agua de los culecos, seguros de que no serán robados, apuñalados o baleados.