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Primarias globales

Primarias globales

lunes 11 de febrero de 2008, 00:14h

Resulta empalagosa la insistencia de los comentaristas que subrayan sin pausa el eco, interno y mundial, de las elecciones primarias en curso en EEUU; pero, más allá de cualquier interés en magnificarlas, es un hecho que existe un genuino y previamente desconocido interés general en su desarrollo. Dicho atractivo no puede atribuirse sólo al énfasis que ponen los grandes medios de difusión en su cobertura, sino a circunstancias como lo maltrecha que se encuentra la economía estadounidense y el suspenso que provoca su evolución y los efectos que acarreará en el resto del mundo.

Lo novedoso no está propiamente en la crisis, sino en que ahora existen economías como las de China e India que aparentemente podrían modificar las conocidas reverberaciones que se han producido antes en circunstancias parecidas, pese a la enorme gravitación que tienen en ellas los capitales e importaciones estadounidenses. Otra es el acelerado tránsito de una situación de unilateralismo cerrado a la vigente, de fortalecimiento de otros centros de poder como producto del deterioro ocasionado por la invasión a Irak y otras acciones y políticas del Gobierno de Bush.

No es menos significativa la novedad en la disputa por conseguir la nominación del partido demócrata, cuando el bando republicano aparece extremadamente rutinario y la atención mundial que puede conseguir se debe a que puede colarse en la fiesta de los vecinos. Ninguno de los aspirantes del partido republicano da señales de enterarse del daño que deja una administración, conducida por alguien con la lucidez de quien ha sufrido la extirpación de algo más que un hemisferio cerebral y tutelado por un hermético círculo que ha sacado el máximo partido posible para sus patrocinadores corporativos, a costa del debilitamiento de la primacía de su país en casi todos los planos. Pese a eso, no puede descartarse que los republicanos vuelvan a ganar la Presidencia.

Sin embargo, la movilización en torno a Barack Obama y la señora Clinton expresa que existe en la sociedad de la Unión un clima de hartazgo y de búsqueda de renovación. El discurso de Obama tiene resonancias más intensas y sugerentes que las de Hillary y está libre del estigma que terminó por acarrearle su oportunismo a la ex primera dama, por apoyar no sólo la guerra, sino las expresiones del más crudo patrioterismo cuando el 11 de septiembre sentenció que “o se estaba a favor de Estados Unidos o en su contra”; la misma letal y mentirosa disyuntiva con que se han justificado tantos crímenes a través de la Historia.

Ahora, cuando uno observa el desarrollo del debate entre ambos puede percatarse que sus diferencias son sutiles. Los dos denuncian las iniquidades de uno de los peores sistemas de salud, o comparten una visión económica endogenista, de tinte más naif en Obama, quien habla de “recuperar fuentes de trabajo exportadas”, como si se tratara de un accidente o error, pasando por alto que es una simple manifestación de la lógica de acumulación perpetua y creciente que seguirá buscando la mano de obra más barata allá donde se encuentre. Donde se sugieren novedades y distancias más marcadas, que son las que han gatillado el entusiasmo y fervor de jóvenes e independientes, son las promesas de Obama de buscar fuentes alternativas de energía, de frenar la depredación ambiental absoluta y de romper con las prácticas más insultantemente antidemocráticas como la tortura institucionalizada por el Gobierno actual, todo lo cual importa tanto allá, como en cualquier otro lado.

*Analista político y catedrático

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