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Amnistía Internacional

Amnistía Internacional: "La muerte de Pinochet no es el final de la historia"

lunes 11 de febrero de 2008, 20:42h
En noviembre de 1973, pocas semanas después del golpe militar que encabezó Augusto Pinochet, activistas de Amnistía Internacional acudieron al Estadio Nacional de Chile, donde cientos de presos políticos eran sometidos a torturas y ejecuciones extrajudiciales.

"Esa visita le salvo la vida a muchas personas, porque en febrero de 1974 Amnistía publicó un informe que dio a conocer la situación en todo el mundo", afirma con orgullo Sergio Laurenti, director de la sección chilena de AI, constituida hace ahora 25 años.

En el pasado, los informes de la organización no gubernamental de derechos humanos más importante del mundo "rezumaban sangre" cuando aludían a Chile y aunque ahora las cosas han cambiado, Laurenti advierte en entrevista con Efe que "la muerte de Pinochet no es el final de la historia".

"Amnistía no descansará hasta que las autoridades garanticen que la muerte de Pinochet (fallecido en diciembre de 2006) no sea usada como excusa para retrasar los juicios por las querellas contra decenas de oficiales acusados de torturas, homicidios y desapariciones", afirma.

Los crímenes de la dictadura (1973-1990) denunciados por AI provocaron la indignación mundial y un movimiento de solidaridad de tal magnitud que el gobierno militar se vio obligado a desplegar toda su capacidad propagandística para contrarrestar la presión internacional.

Amnistía puso en marcha entonces un programa que demostró una gran efectividad: la denuncia de la situación de los "presos de conciencia", cuyos nombres y fotografías aparecían en la prensa con el fin de exigir a las autoridades su excarcelación o que apareciesen con vida.

A pesar del tiempo transcurrido desde entonces, "todavía hay un número significativo de militares que participaron directamente en violaciones a los derechos humanos que ahora son oficiales de alta graduación".

"Las Fuerzas Armadas no han hecho lo suficiente para esclarecer estos hechos", comenta Laurenti en alusión a casos como el del general Gonzalo Santelices, quien días atrás tuvo que renunciar al ser imputado en el "caso Caravana de la Muerte", una comitiva militar que ejecutó sin juicio a decenas de opositores.

"Muchos se quedaron callados para proteger su reputación, pero de lo estamos hablando es de personas muertas, torturadas y desaparecidas", recalca el director de Amnistía Internacional.

Aunque Pinochet nunca se sentó en el banquillo de los acusados, su procesamiento provocó un cambio de mentalidad en una parte de la sociedad chilena que hasta hace poco negaba las atrocidades.

"Hoy en día hay una concepción renovada de lo que representan los derechos humanos", asegura Laurenti.

Sin abandonar el apoyo a las víctimas de la dictadura, la labor de AI en Chile se ha extendido al ámbito de los derechos económicos, sociales y culturales de grupos marginados, como los pueblos indios, las minorías sexuales, las mujeres y los niños.

"Los años de la democracia han sido de avances en materia derechos humanos, pero también de estancamiento y algunos retrocesos", empezando por la administración de justicia, "que es lenta y mala", añade.

La Ley de Amnistía, las presiones de la Corte Suprema para reducir los plazos de investigación y la demora en la firma o ratificación de tratados internacionales sobre derechos humanos son también motivo de preocupación para Amnistía Internacional.

A ello hay que añadir el hacinamiento en que viven 45.000 reclusos, la utilización "indecente" de la legislación antiterrorista, la militarización de la policía y la exclusión social del millón de mapuches que viven en Chile, según Laurenti.

Hay que afrontar el pasado, "pero también prestar atención a los problemas del presente, para evitar actos de impunidad que lamentaremos en el futuro", advierte Laurenti.

Coincidiendo con el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Amnistía Internacional conmemora este año un cuarto de siglo de su constitución en Chile, pero no lo festeja, porque la denuncia de las violaciones "nunca es un motivo de celebración", recuerda Sergio Laurenti.
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