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El último diario de papel

El último diario de papel

martes 19 de febrero de 2008, 02:15h
Yo quería escribir de periodismo. Se los juro. En medio del caluroso letargo de febrero, una idea, una solitaria y peregrina idea, se cruzó por mi mente casi cercana al encefalograma plano. Y dije: Vamos con ella, que no es cosa de desperdiciarla.

Ocurre que me enteré, a través del blog de Miguel Paz, que Jorge Lanata está por sacar en Buenos Aires lo que anuncia, con su típica ironía, como “el último diario de papel”. Se llama Crítica, igual que el legendario periódico creado por el uruguayo Natalio Botana, que durante la primera mitad del siglo XX fue un referente obligado de la prensa argentina.

Lanata incluso sacó un trailer promocional de su nueva aventura diarística (se lo puede ver en YouTube o en el blog de Paz), donde sale obviamente en primera persona, conduciendo su automóvil por las calles porteñas o en la sala de la futura redacción, aprobando premaquetas de diseño y logotipos.

En el remate del videoclip, el hombre que parió el diario Página/12 en la década de los 80, promete que el 2 de marzo estará en la calle con su nueva criatura, cueste lo que cueste y caiga quien caiga.

Lo primero que pensé es que el gordo Lanata está igual que siempre: excedido de peso, autorreferente, adicto incurable al tabaco y, más que a las hebras de esta dorada hierba, a la adrenalina de estar situado en el “mainstream” del poder.

Él mismo lo dice, con su estilo de buen titulador que lo pudo llevar a prosperar como redactor senior de alguna agencia de publicidad: “Un diario es un puente entre la sociedad y el poder. Y vos elegís de qué lado del puente ponerte…”

¿Quién pagará el precio de la apuesta de este nuevo medio que intentará sumarse a la multicolor paleta de los medios argentinos? Y lo pregunto con la sana y profunda envidia de quien vive en un país donde el 90 por ciento de la prensa está regido por un duopolio que tiene muchos recursos, pero hace rato anda escaso de ideas.

Lanata, esa suerte de Michael Moore de las pampas, que cultiva sin embargo ahora un look mucho más fashion que el que le conocí cuando era colaborador de la revista Siete Días a principios de los ‘80, presentó públicamente a Marcelo Figueiras, uno de los propietarios de Laboratorios Richmond S.A.C.y F., “como uno de los principales accionistas” del nuevo proyecto.

Eso al menos es lo que cuenta el sitio diariosobrediarios.com.ar (ver vínculo), que investigó a fondo el tema. Lo cierto es que el emprendimiento ha removido el avispero y ya se habla de pases millonarios dentro del cotizado mercado periodístico bonaerense. Lo único claro es que los lugares más afectados por la “pesca” de valiosas firmas serán Página/12 (era que no…) y el dominical Perfil, donde Lanata ha ejercido como columnista.

Con respecto a Página, Jorge Lanata no se priva de practicar su habitual mordacidad y deja escapar un comentario de esos que arrancan sangre: “Debería ser privatizado…” El mensaje, para entendidos y no tanto, es claro: el diario ya no es lo que era desde que se ha matriculado con el kirchnerismo, en sus variantes Néstor o Cristina.

¿Cuál será la línea ideológica o política de Crítica? La respuesta de Lanata es un clásico del lugar común: “Nosotros vamos a hacer periodismo”. Aunque luego anticipó que el medio que dirigirá se ubicará editorialmente “entre Perfil y La Nación” (dos variantes del antioficialismo). Y estimó a continuación que “creo que le sacaremos lectores a ambos y un poco al diario líder también”, en obvia referencia a Clarín.

Difícil hacer pronósticos acerca de cómo le irá, a la distancia. Lo que sí se puede afirmar es que Crítica no dejará a nadie indiferente. Su solo nombre es todo un desafío, si se piensa que su antecesor, el diario de Botana, llegó a vender la friolera de 900.000 ejemplares por día en los años 20.

¿La fórmula del éxito? Una independencia extrema que lo llevó a ser primero antiyrigoyenista –es decir, opositor al caudillo radical Hipólito Yrigoyen, una especie de  Arturo Alessandri Palma trasandino, que encabezó la irrupción de las capas medias-; luego un entusiasta sostenedor del golpe de Estado que lideró Uriburu en contra del “Peludo” (apodo que le daban sus enemigos a Irigoyen) y finalmente un acerbo cuestionador de los excesos de los militares, lo que le valió su clausura por dos años. 

Liberal por sobre todas las cosas, la antigua Crítica prohijó, en especial en su suplemento cultural, a la elite de los escritores argentinos: desde Jorge Luis Borges hasta Roberto Arlt, Alfonsina Storni y Raúl González Tuñón.

Bien escrito, moderno y popular, aunque jamás populachero ni sensacionalista al cuete, la Crítica de Botana fue un ejemplo de periodismo de avanzada. E incluso se lo puede calificar como el primer “multimedios”, pues en 1932 lanzó su propio noticiero cinematográfico.

Muerto Botana en 1941, en un accidente automovilístico, su familia, continuando su tradición antiautoritaria, criticó con dureza desde las páginas del tabloide al primer gobierno de Juan Domingo Perón. Pero en 1951, debido a problemas económicos, debió vender el periódico. ¡Y adivinen quién lo compró! Sí, el peronismo… Aunque despojado ya de su nervio y garra, el diario comenzó a languidecer y murió de muerte natural, ante la indeferencia del público, en marzo de 1962.

Para terminar estas líneas, sólo agregaré que me gustaría saber quiénes están, de verdad, detrás de esta nueva iniciativa de Lanata, porque no “compro” de buenas a primeras lo de Figueiras.

Sin ánimo de ser infidente, pues esto ya es historia en la medida en que aparece en textos publicados y reconocidos y no en la mera chismografía, convendría apuntar que Página/12 fue financiado inicialmente –en lo que fue tal vez uno de sus más grandes aportes para la historia argentina– por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores.

Esto fue admitido públicamente en sus memorias por Enrique Gorriarán Merlo, lugarteniente de Mario Roberto Santucho, fundador del PRT-ERP. Y puede sonar extremadamente escandaloso para oídos como los chilenos, dado que en nuestro país vivimos sacándonos cuentas viejas del pasado. Pero nunca en forma consecuente y hasta el final.

De hecho, hace unos pocos días un ex comandante en jefe del Ejército de Chile, el general (r) Juan Emilio Cheyre, ha dicho que estarían inhabilitados para ejercer hoy la política tanto quienes incitaron al golpe de estado de 1973 como quienes llamaron a resistirlo, ¡con lo cual nos quedaríamos con la suma cero de un país sin políticos ni militares!

Con esto, vuelvo a lo del inicio de esta columna. Yo quería escribir sobre la prensa. Hablar sobre Crítica en Argentina y Público en España, dos diarios “progres” que, en soporte papel pero a la vez en adecuada sinergia con las nuevas tecnologías digitales, abren la cancha de la pluralidad en ambos países. Y a los que desde acá sólo queda mirar con hambre y envidia, como el gato en la carnicería.

Pero aparece Cheyre opinando, y dan tantas ganas de terciar en el debate… Mas, como la primera regla de todo buen columnista es no latear a su público, por ahora lo dejo todo hasta aquí. Con un punto final. O más bien seguido.

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Carlos Monge Arístegui.
Escritor y periodista.
[email protected]
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