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Centenario de Libertad Lamarque

Centenario de Libertad Lamarque

martes 19 de febrero de 2008, 02:39h
Parecía eterna. A los noventa años todavía cantaba y era una de las estrellas máximas del melodrama. En su larga historia artística, Libertad Lamarque hizo derramar millones de lágrimas en toda Hispanoamérica, pero tanto o más que eso fue una voz inmortal del tango cuyos títulos clásicos parecían escritos para su bella voz argentina.

Tal vez por eso la Biblioteca de Santiago está realizando la feliz iniciativa de celebrar su aniversario con algunas de sus numerosas películas que en su oportunidad agotaban las entradas y convocaban a un público fervoroso en los cines de la calle San Pablo, en cuyos alrededores está ubicada la sala que hoy le rinde homenaje.

Fue una niña de la ciudad de Rosario que empezó a cantar en locales sindicales llevada por su padre, un viejo dirigente anarco-sindicalista que fue su primer maestro. No le fue difícil conquistar Buenos Aires.

Al comienzo hacía apariciones en los intermedios de algunas obras de teatro, después ocupó los escenarios con toda propiedad. Emergió como una gran voz femenina después de la muerte de Gardel. Nadie como ella interpretaba con tal fuerza dramática tangos como “Besos Brujos” o milongas como “La Morocha Argentina”,

En 1930 fue la protagonista de “Tango“,  una de las primeras películas argentinas sonoras. Allí compartió honores con Tita Merello, otra de las grandes voces argentinas del tango.

En 1933, cuando su carrera recién se iniciaba, viajó a Chile por primera vez como integrante de una compañía de variedades. Fue un viaje tragicómico. Era la esposa de un tramoyista que le daba mala vida, mientras se hospedaba en un hotel de la calle San Antonio.

La cantante no resistió más su triste vida y se lanzo del balcón de su habitación en el tercer piso. Pero no cayó sobre el pavimento, sino sobre la humanidad de un transeúnte que, a pesar de que fue rescatado con graves contusiones, salvó la vida de Libertad, quien llegó a tener un futuro glorioso.

Casada después con el compositor Alfredo Malerba, autor de los principales arreglos del repertorio de Libertad, el episodio de Santiago fue un mal recuerdo que ella quería olvidar.

El cine argentino obtuvo sus mayores éxitos y se consolidó con la presencia de Libertad en algunas de sus mejores producciones. Recordamos algunos títulos inolvidables, como “Madreselva” con Hugo del Carril, “La Casa del Recuerdo”, “Caminito de Gloria”, “Puerta Cerrada”, “Besos Brujos”,  “En el viejo Buenos Aires”, etc.

Cuando filmó “La Cabalgata Del Circo”, con Hugo del Carril, tuvo como compañera de reparto a Eva Duarte, una incipiente actriz que era amante del coronel Juan Domingo Perón, un líder político de gran futuro. Al parecer ellas se entendieron mal. Eva llegaba tarde a los ensayos y Libertad se impacientaba con las largas esperas. Un día la enrostró y se dice que hubo una bofetada en pleno rostro de Eva.

Fue el comienzo del fin de la carrera de Libertad Lamarque en escenarios argentinos. Cuando Eva fue la Primera Dama de la Nación, dio órdenes perentorias para no contratar a Libertad y ni siquiera fue autorizado el visado de su pasaporte en caso de que ella regresara a Buenos Aires desde México, que fue su definitiva estación.

A partir de entonces empezó la carrera internacional de Libertad Lamarque. Era ya una estrella consagrada y encontró una recepción multitudinaria. Inició en México sus películas con “Gran Casino”, donde fue compañera de Jorge Negrete y su director resultó ser nada menos que Luis Buñuel, el gran maestro español. Después los films fueron numerosos. Quizás fue excesiva la cantidad de melodramas en los que irremediablemente Libertad cantaba una de sus canciones, aunque nada tuvieran que ver con el destino de sus dolorosas heroínas.

Libertad fue regalona del público mexicano y asimiló a ese país como si fuera propio. Lo mismo ocurrió con la mayoría de los países latinoamericanos, donde sus films eran seguros éxitos de taquilla. Fue una excelente actriz, sensible y versátil, que conservó su voz como si los años no pasaran.

Cuando murió era todavía protagonista de teleseries. Encarnaba a una monja y llegaba a los corazones sentimentales con su acostumbrado encanto. Murió en Ciudad de México en marzo del año 2000, no abandonó nunca las luces escénicas. Al cumplir cien años sus viejos admiradores aun le rinden pleitesía.

 
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Luis Alberto Mansilla
Periodista

 

 

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