Un fenómeno sin precedentes ¿Por qué gana Obama?

¿Por qué va ganando Obama? No importa el resultado final de las elecciones primarias, ya es histórico que un negro sea el puntero en febrero.

Sin importar el resultado final de las elecciones primarias en E.U., febrero del 2008 ya de por sí es histórico: por primera vez un candidato negro puntea en la campaña por la nominación del Partido Demócrata y en la mayoría de las encuestas nacionales.
Detrás del entusiasmo frente a Obama hay decisiones estratégicas, cálculos políticos y en pro de los cambios demográficos y económicos de Estados Unidos en las últimas décadas.

Obama tiene a Hillary contra las cuerdas por lo que llamamos en Colombia la "maquinaria". Mientras la campaña de Hillary gastó gran cantidad de recursos en encuestas y grupos focales para ajustar científicamente sus propuestas, el pasado de Obama como líder comunitario en los barrios pobres de Chicago lo llevó a concentrarse en armar equipos de voluntarios para conseguir votos y movilizar a la gente. Clinton apareció como una candidata de opinión y Obama como un aspirante a la Junta Administradora Local l.

Los asesores más cercanos de Hillary -entre ellos, Mark Penn, el gurú de la segmentación política- diseñaron una estrategia centrada en crear propuestas ajustadas a distintos nichos raciales, socioeconómicos y demográficos. Al final, Clinton terminó con una lista de mercado llena de promesas a las mujeres, los afroamericanos, los trabajadores, pero sin un poderoso mensaje central más allá de la imagen de senadora juiciosa y experta. Su joven contendor se limitó a una única idea: el cambio. Desde el famoso discurso en la convención demócrata del 2004, que lo lanzó a la escena nacional, Obama ha transmitido el mismo mensaje: Estados Unidos necesita superar el agrio debate entre liberales y conservadores para buscar una nueva manera de hacer política.

La sorpresa de estas elecciones primarias es cómo una candidatura basada en una plataforma tan gaseosa, adolescente y hasta ingenua ha puesto en jaque a la Casa Clinton, la corriente más poderosa, experimentada y guerrera del partido Demócrata.
Es aquí donde entran a jugar los factores de entorno social y de contexto que el equipo de Hillary no detectó a tiempo. Desde la reelección de Bush, los clintonianos consideraban ser los únicos capaces de enfrentar a la nueva mayoría conservadora. Todo el diseño de las primarias se basó en mantener el centro y dejar a la izquierda la minoría populista; la impopularidad de Bush haría el resto. Así, para el supermartes todo estaría consumado y habría varios meses para rellenar las arcas con miras a la campaña nacional.

Obama no sólo capitalizó la izquierda al oponerse a la guerra de Irak y desplegó maquinarias en los estados más conservadores, dados por perdidos por los demócratas. A esto se añade su audaz apuesta a la nueva generación de votantes negros, centrados en hacer historia y no en seguir la agenda de los derechos civiles. El resultado: la ventaja en delegados de la que goza Obama se cimienta en estados donde Bush ganó en 2004.

En vez de caer en los clásicos debates políticos que desde los 60 reinan en E.U. -negros vs. blancos, liberales contra conservadores-, Obama llevó a Clinton a su terreno: la oratoria inspiradora, optimista y el deseo de romper esquemas. Ahí ganó el apoyo de los jóvenes, de los más educados y millones de dólares de miles de pequeños donantes.

Clinton está, sin embargo, lejos de la derrota. Su error al creerse el único agente de cambio frente a Bush no le ha costado la nominación. Los siguientes estados en las primarias (Texas, Ohio y Pennsylvania) son más receptivos a ofertas puntuales que a promesas generales. No hay duda de que Hillary recuperará terreno frente a Obama en marzo, pero este histórico mes negro se construyó de discursos emotivos y de inteligentes estrategias de campaña.

Francisco Miranda
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