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Día Internacional de la Mujer

Día Internacional de la Mujer

viernes 07 de marzo de 2008, 12:20h
Cada 8 de marzo, desde el año 1975 y por disposición de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mundo celebra el Día Internacional de la Mujer. En esta fecha recordamos la movilización y la lucha de las mujeres que durante los siglos XIX y XX pelearon para conseguir su reconocimiento como sujetos plenos de derecho y para lograr la igualdad de oportunidades y de trato en todos los ámbitos de la vida.

También celebramos los grandes logros obtenidos. Por ejemplo, entre muchos otros, el reconocimiento de igual remuneración por igual tarea y de condiciones dignas de trabajo, el reconocimiento de la plena personalidad civil, el voto femenino, la igualdad de derechos y deberes de los progenitores, la participación política y sindical a través de las medidas de acción positiva. Se trata de conquistas que hace un siglo parecían imposibles y que se concretaron gracias al liderazgo de algunas de nosotras, la movilización tenaz de muchas mujeres y la crítica profunda de las estructuras sociales.

Por todo lo que significa, el 8 de marzo es también una fecha propicia para reflexionar sobre lo que podemos hacer en nuestro país desde el Estado para fomentar la igualdad, la libertad y la dignidad para todas las mujeres. En este sentido, los avances constitucionales y legislativos de los últimos años, sobre todo en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, fueron significativos. Hoy contamos con instrumentos internacionales y leyes que reconocen nuestros derechos y que deben cumplirse.

A pesar de los avances y logros obtenidos en materia legal, las mujeres aún sufrimos discriminación en el ámbito del trabajo, la salud, la educación, e inclusive en el interior de nuestras propias familias. Y también sufrimos distintas formas de violencia, que en ocasiones llegan hasta el asesinato. Estas situaciones, que se dan en todas las clases sociales, se hacen más frecuentes cuando se trata de mujeres pertenecientes a grupos socialmente vulnerables.

Para tomar conciencia de la discriminación y la violencia que sufrimos por ser mujeres basta con recordar algunas situaciones: el aumento de los femicidios, absolutamente banalizados en el discurso público; el aumento de casos vinculados con la trata y tráfico de mujeres jóvenes, adolescentes y niñas; y las cifras oficiales de muertes vinculadas con el embarazo, parto y puerperio, de las que surge que la principal causa de muerte materna es el aborto inseguro.

Como vemos, en muchos casos la discriminación no proviene ya directamente de las normas, como sucedía en el siglo XIX y gran parte del siglo XX, sino que se impone, ahora como trasgresión, en la vida cotidiana. Por eso, debe ser abordada por el Estado a través de medidas positivas. La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y su protocolo facultativo, la Convención para Prevenir Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, indican cuál es el camino que debemos seguir si queremos continuar desarrollando políticas públicas que profundicen las conquistas ya obtenidas.

También quedan por tratar algunas cuestiones, cuyo debate aún no se ha dado debidamente en nuestra sociedad. La principal es sin duda lograr que las mujeres podamos decidir libremente si queremos o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, cuántos y cuándo.

Otro tema que requiere especial dedicación es lograr que las mujeres accedan en igualdad de condiciones a todos los ámbitos de estudio y de trabajo, que reciban remuneraciones equitativas y que puedan ascender profesionalmente. Además, debemos promover un amplio debate cultural para que se comprenda dentro de las familias la necesidad de compartir las tareas hogareñas.

El 8 de marzo, entonces, recordamos, celebramos, reflexionamos y seguimos señalando la necesidad de adoptar medidas que permitan a las mujeres vivir libres de discriminación, de violencia y de los estereotipos culturales sexistas, que nos asignan un rol absolutamente subordinado y pretenden que seamos tan sólo un apéndice de un mundo masculino y autoritario. De esta manera, vamos a contribuir a que los ideales que movilizaron a las mujeres a lo largo de varias generaciones e hicieron posibles tantos y tan importantes cambios se hagan finalmente realidad.

Gabriela Alegre
Presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud
Diputada del Diálogo por Buenos Aires
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