Inflación: pesadilla aprista

La palabra inflación ha vuelto a incorporarse al vocabulario de los que suelen matar el ocio charlando de política en ruidosos cafés de parroquianos.

Amargos temas como hiperinflación, devaluación y desabastecimiento –que fueron la pesadilla de todo buen cristiano durante el primer gobierno aprista– pasaron al olvido en estos prósperos años, siendo sustituidos por expectativas de consumo, ostentación de tarjetas de crédito y hasta inversión en la bolsa con miras a asegurarse un buen futuro.

Estos inversionistas y consumidores urbanos de los sectores B y C –de un Perú emergente e integrado al mercado global– hoy están sintiendo nuevamente el remezón en sus bolsillos y el temor de volver a vivir la antigua pesadilla de la inflación.

Cuando las papas quemaban, a finales de los 80, el inefable gobierno aprista con su economía heterodoxa inventó un término que nadie entendió para explicar la debacle de las economías populares. Se habló entonces de "inflación bruta" e "inflación neta" para confundir al ciudadano de a pie que reclamaba al gobierno por qué su salario no cubría la canasta básica.

Hoy el Sr. MEF, con la complicidad del BCR, confunde igualmente, pero con otros términos. Habla de una "inflación importada", para apoyar el discurso altisonante de un gobierno que a casi dos años de gestión no da pie en bola para conciliar lo que le prometió al Perú con lo que le reclaman los oligopolios amigos.

Economistas de todas las tendencias han alertado sobre las graves consecuencias que esta crisis global causaría en la economía de los peruanos, y han sugerido medidas que aminoren el impacto contra los industriales, agricultores y hogares populares.

Las demoras del MEF y del BCR para tomar medidas correctivas tienen visos de incompetencia o de favoritismo a sectores que se benefician con la especulación, el tipo de cambio, los bajos aranceles y los altos precios de alimentos importados.

La inflación aprista ha vuelto a casa y alguien tendrá que pagar los platos rotos.

Chachi Sanseviero (Perú). Director de las librerías El Virrey.
* Columna publicada originalmente en el diario La República