Diálogo de sordos, y sin traducción simultánea

Después de permanecer con la mirada fija en la pantalla que, colocada en la sala de prensa de la Asamblea de Madrid, informa de lo que sucede en la sala de pleno, y los oídos atentos a lo que leían los portavoces parlamentarios que debatieron la iniciativa del PP, en la que además de condenar el brutal atentado de ETA del pasado 30 de diciembre, pedían que el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, volviese al Pacto Antiterrorista, saqué la conclusión de que todo lo dicho en esas casi dos horas de discursos y réplicas me suena. Es lo mismo que vienen repitiendo unos y otros desde que la banda terrorista volvió a matar.

Ninguno de los oradores del PP, PSM e IU escuchó a nadie más que a sí mismo. Antonio Beteta, Rafael Simancas, Fernando Marín y Esperanza Aguirre expusieron sus visiones de la situación, todas contundentes y críticas con los asesinos, pero mostraron tan poca atención a lo que decían los otros que, como estaba previsto, los guiones se respetaron. Más que un debate, con intervenciones a favor y en contra, lo que escenificaron fue un diálogo de sordos, en el que se notaba indiferencia y desdén ante lo dicho por los otros.

Agradecían que no hubiera  traducción simultánea cuando hablaban los demás, así no prestaban atención. Más bien, estaban encantados de que el lenguaje de signos estuviese  inactivo, porque de lo contrario las ayudas para escuchar al otro hubiesen dejado  sus estrategias  al descubierto.

Me enteré, aunque ya lo había oído más veces, que las fórmulas del PP y del PSOE para acabar con ETA  son diferentes, que no es lo mismo que Zapatero se equivoque tildando de accidente el atentado que esos errores  los cometa el vicepresidente Ignacio González, que las “segundas marcas” del PSOE y del  PP son UGT y la AVT, que ambas formaciones se acusan de saltarse a la torera el tan cacareado pacto. También me enteré de que este debate estaba siendo retransmitido en  directo por Telemadrid. Quizá por eso intervinieron tantos y todos midieron sus palabras con esmero para llegar al televidente en las mejores condiciones posibles. El diálogo de sordos, y sin traducción simultánea, me sumió en un profundo sueño del que desperté para escribir estas líneas. ¿Y qué contar? Pues que todos consideran que la unidad es que los demás se unan a ellos y que algunos no se enteran de quién gobierna.

En la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, a quien se agradece que tenga modelo propio de combatir el terrorismo y a quien habría que recordar que la competencia sobre estas materias corresponde al Ejecutivo central. En España, Zapatero, a quien nos gustaría agradecer claridad en sus planteamientos y a quien habría que recordar que no está obligado a tanta ambigüedad, ya que tiene los votos que le dieron los españoles hace tres años.