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El Madrid de las torrijas y los pasos

miércoles 19 de marzo de 2008, 17:48h
Un grupo de discapacitados psíquicos y mayores salieron de ruta por el centro de Madrid para conocer las claves de la Semana Santa en la capital.

Plaza Mayor, 12.00 del miércoles de Semana Santa. Una treintena de discapacitados de la Asociación Cultural de Minusválidos Antonio Vallés y de mayores del Centro de Día Madrid esperan en la puerta de Patronato de Turismo para conocer las tradiciones de la capital en Semana Santa. Han tenido suerte: hace un sol de justicia y la plaza está atestada de turistas y madrileños, que aprovechan este calor inesperado. De momento, parece que las previsiones meteorológicas no se cumplen. Mejor para el grupo.

Tras una rápida visita al aseo, el grupo sigue a Esther Benito, la guía del Patronato de Turismo, hacia la calle de la Sal. Parada rápida en la Posada del Peine y reanudación del paseo por la calle de Esparteros, hacia la plaza del Marqués Viudo de Pontejos y su mítica mercería. Cuando el grupo llega al primer 'plato fuerte' de la visita —nada menos que la Pastelería del Pozo—, ya son casi las 12.45. Esther hace referencia a las torrijas de bizcocho y el grupo intercambia recetas: pan, huevos, canela y ¿harina? No se ponen de acuerdo.

Están disfrutando mucho de la visita, aunque ya empiezan a confesarse un poco cansados de andar. Siguiente parada: otra pastelería, El Riojano, esta vez en la calle Mayor, previo paso por la Puerta del Sol y el kilómetro cero. El reloj marca más de las 13.00 y al grupo cada vez le cuesta más abrirse paso entre las obras y la gente que a estas horas se agolpa delante de la Casa del Reloj. Cada vez se oyen más comentarios sobre el cansancio y la escasez de paradas del recorrido turístico. Esther anuncia que ya queda poco para llegar a la Iglesia de San Miguel.

Tras dos explicaciones breves sobre el futuro del Mercado de San Miguel y la Iglesia de las Carboneras, el grupo enfila la callle Puñonrostro hacia su destino. Mala suerte: el horario previsto no se ha cumplido y están celebrando misa. Aun así, Esther consigue que los que lo deseen puedan entrar en silencio a ver los pasos: el del Cristo de la Fe y del Perdón, listo para salir de procesión al día siguiente, y la Virgen, con su manto repujado y sus floren blancas y rosas. Frente a las escaleras, un pequeño grupo de jubilados se queda sentado en un poyete redondo. Dentro de pocos minutos, todos terminarán juntos el recorrido de vuelta en la Plaza Mayor.

Esta fue la última de las visitas de Semana Santa adaptadas que organiza el Patronato de Turismo madrileño para estas fiestas. Durante los días anteriores, grupos de pesonas con discapacidad visual, física y auditiva han participado en rutas similares, aunque la oferta se extiende a todo el año con todo tipo de recorridos culturales por la ciudad.

"Resulta extraño que hayan programado este recorrido, porque hasta ahora todas las visitas del Ayuntamiento a las que hemos ido han estado muy bien", comenta Mª Carmen Almazán, presidenta de la Asociación Cultural Antonio Vallés. Sus quejas se refieren a la longitud del recorrido, ya que "se trata de colectivos que suelen tener dificultades para desplazarse".

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