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Racismo liberal

Racismo liberal

lunes 24 de marzo de 2008, 02:17h

Barack Obama no puede distanciarse de la malvada retórica de su mentor espiritual, el Reverendo Jeremiah Wright, porque eso es imposible.
 
Obama había dicho que él no sabía del radicalismo político de Wright, algo que resultó no ser cierto. La única razón por la cual Obama reconoció que sí lo sabía fue porque hay videos que muestran a  Obama en la iglesia de Wright durante algunos de estos sermones. Y, entonces, la pregunta es ¿Por qué Obama asistía a una iglesia que predicaba odio e intolerancia?
 
Probablemente todo es cuestión de necesidad política.
 
Barack Obama es hijo de un africano negro y una madre norteamericana blanca. Como quería entrar en política y vivía en Chicago, Obama necesitaba una forma de impregnarse en la cultura del barrio negro de la ciudad – lo que en inglés llaman “inner city” – a pesar de su educación Ivy League en universidades del noreste del país, para lograr un puesto en el cuerpo legislativo de Illinois.  ¿Qué mejor forma de lograrlo que involucrándose en una iglesia negra en el corazón de un barrio negro de pocos recursos? 
No importa que Wright predique que el gobierno de los EE.UU. inventó el virus del SIDA para matar a negros y pobres del Tercer Mundo o que la política terrorista del gobierno fue responsable del ataque del 11 de septiembre. Obama necesitaba una victoria política y la obtuvo. El problema es que ahora él está postulado para Presidente de los Estados Unidos y por lo tanto tiene que representar a todos los estadounidenses, no sólo a predicadores negros racistas.
 
Así que, ahora, Obama ha  expresado su rechazo a las palabras del Reverendo Wright pero no al individuo. Quizás sea porque éste ayudo a Obama políticamente y el Senador le debe algo al pastor, o quizás porque Obama cree, aunque no esté de acuerdo.
 
En un discurso el martes pasado, Obama dijo que la Declaración de Independencia estaba manchada desde su inicio debido a la esclavitud. Leyes contra los negros (Jim Crow), que legalmente permitían un mundo separado pero igual para blancos y negros que de igual no tenía nada, es la razón y justificación para la ira de Wright y su odio contra la sociedad blanca.
 
Obama hasta llegó a  justificar a Wright al comparar su intolerancia con el temor expresado por su propia abuela blanca cuando se cruzaba con un hombre negro al que no conocía. Pero ¿es justo esto? El temor de la abuela de Obama ante un posible asaltante negro no es nada inusual. Las estadísticas del sistema judicial criminal indican que hay un desproporcionado número de jóvenes negros que delinquen. Demasiados dejan los estudios de secundaria y pocos de ellos cuentan con una presencia masculina constante en sus hogares. Las drogas y la violencia penetran demasiados barrios negros. El actor negro, que ahora es activista, Bill Cosby, ha hablado y escrito sobre esto y ha sido muy criticado por iracundos negros que no se enfrentan a estos problemas en forma respetuosa e inteligente.
 
Ellos tampoco aceptan el hecho de que líderes negros, hablando desde el púlpito o desde el Capitolio, no se enfrentan al problema cultural de la dependencia que todavía prevalece en la mentalidad de demasiados de esos líderes.
 
Barack Obama seguramente sabe todo esto, pero no quiere decirlo porque quiere ser el próximo presidente de los Estados Unidos de América. Pero ¿cómo piensa lograr esto sin ser honesto?
 
Quizás está sea la mayor revelación de todas. Barack Obama, el autoproclamado candidato de cambio, no es tan diferente. El  es simplemente otro político en busca de más poder, con él, que la historia cultural de Wright justifica su posición.

Helen Aguirre Ferré
Directora del Diario de las Américas
Miami, Florida

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