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Carta a Alex Grijelmo, presidente de la Agencia Efe

Carta a Alex Grijelmo, presidente de la Agencia Efe

viernes 04 de abril de 2008, 04:36h

Querido Alex:

Regreso de tu muy interesante conferencia, hoy, en el Foro de la Nueva Comunicación, en la que te has dedicado, casi en exclusiva -al margen, lógicamente, de glosar la buena situación de la agencia Efe-, a detallar los males que para el periodismo significan algunas prácticas de ciertos medios en Internet. Aunque, en realidad, tú no has hablado de ‘ciertos’ medios -y aquí estaríamos de total acuerdo-, sino que en todo momento has generalizado hablando de Internet, sin excepciones.

 Y, como creo que de la información en Internet se derivan más cosas buenas que malas, y dado el justo prestigio que has acumulado en tus años de profesión, lo que hace que tus opiniones tengan especial trascendencia, me permito dirigirte esta carta abierta, precisamente en un medio de la Red -¿dónde si no?; la Red da voz a muchos que no la tienen o la tienen con sordina-, para rebatir o puntualizar alguna de las cosas que has dicho en tu provocativa intervención; ya se sabe que la provocación, siempre fructífera, es patrimonio de los valientes, pero también que toda provocación encierra en sí un cierto grado de desequilibrio con la verdad.

Yo no sé dónde está la verdad, pero me parece seguro que no es verdad que “con Internet las mentiras nunca mueren”. Las mentiras nunca morirán mientras exista la humanidad, no Internet. Donde, por cierto, no han aparecido, no en primera instancia desde luego, algunas difamaciones, exageraciones y despropósitos que cada día escuchamos en alguna emisora de radio, donde se pretende ordenar cotidianamente el mundo, poner y deponer gobiernos, líderes de la oposición y hasta portavoces de los grupos parlamentarios.

Quiero decir que comparto contigo que en Internet se propician muchas demasías, no pocos plagios, yuxtaposiciones ilegítimas, ‘retoques’ fotográficos, se abusa del anonimato y se hace un periodismo claramente mejorable. Pero esas afirmaciones, que son, muy resumidas, las que tú has hecho en tu intervención, quedan cojas si no se acompañan con el reconocimiento de que algunos medios de Internet, no tan pocos, tratan de dignificar la profesión desde la lucha brava contra corruptelas, deformaciones, sectarismos y chapuzas. Y con la acusación a otros medios, radiofónicos , televisivos y escritos de papel, que tampoco son ajenos a esas malas prácticas. Ya sé que algunos de ellos son mucho más importantes, vengativos y peligrosos que los modestos periodiquillos digitales, pero por eso mismo me parecen sus yerros, deslices y trampas, aún más significativos.

Creo que hay que reconocer que los medios en Internet, que aún son cosa reciente y en tránsito, aportan savia nueva y aire fresco a una información a veces muy anquilosada en algunos medios ‘tradicionales’. Donde se practican otros vicios que, lamentablemente, se van contagiando a la Red, como la exclusión de cualquier noticia acerca de quienes son competidores, rivales o, simplemente, una amenaza para los propios intereses. O el aprovechamiento del poder político para el medro económico del medio: tal vez habría que hablar más extensamente de lo que se ha hecho en el coloquio posterior a tu discurso de las concesiones de televisiones digitales, o de postes de radio, o...

Puede, en suma, que el éxito creciente -indiscutible, aunque no tan vertiginoso como algunos pensábamos hace pocos años- de la prensa en Internet, con todos sus indudables fallos, carencias, limitaciones y ‘pasadas’ varias, no estribe en la demasía, sino en carencias de otros, empeñados en lo políticamente correcto, en la defensa de sus intereses propios y no en los colectivos, en proclamar la razón de estado y no el (mal) estado de la razón y del sentido común. Y no por repetidos estos temas pierden actualidad, sino que, lamentablemente, siguen siendo la mala noticia de cada día.

Me he quedado, en fin, Alex, con ganas de darte la réplica. No he podido hacerlo ‘in situ’, así que me lanzo a enviarte, como te anuncié, esta carta abierta, en la que he preferido no abundar en el elogio a los méritos de tu parlamento, que los tenía, sino en las carencias y desequilibrios que, a mi juicio, contenía. Sé que de nuestro diálogo y contraste de pareceres se derivará siempre una mejora para el periodismo como ejercicio humilde y esforzado, que es lo que ambos buscamos, estoy seguro.

Un abrazo de amigo,
Fernando Jáuregui

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