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El 22% de las agresiones se dan de hijos a padres

lunes 14 de abril de 2008, 09:48h
La violencia ejercida por los hijos contra sus propios padres se ha convertido en un fenómeno emergente. Si bien está muy lejos de la que son objeto las parejas o ex parejas, que siguen llevándose la palma, sí suponen el 22,1% de los casos atendidos en 2007 por un programa municipal.
Según informa este lunes el diario ABC, además, si más de una de cada cinco consultas tenía que ver con las agresiones de vástagos a sus progenitores, en más de la mitad de los casos, éstas no se limitaban a ser verbales o psicológicas, sino que eran físicas, en un porcentaje ligeramente inferior al de la violencia de género. Y, en el caso de los mayores de 65 años, representaban el 6,8% del total.

Así se desprende del número de casos atendidos por el Programa de Atención Especializada a la Violencia en el Ámbito Familiar que el Ayuntamiento lleva a cabo en los seis centros de apoyo a la familia (CAF) con los que cuenta. Con todo, las 679 familias que acudieron al dispositivo y a las que se les ofreció atención para resolver el problema de los malos tratos representan únicamente el 6% de todas las intervenciones que realizan los CAF.

Es en la preadolescencia, cuando los chavales tienen más capacidad de hacer daño físico y son más autónomos. Es cuando su agresividad empieza a ser más preocupante. "Comienzan a cuestionar normas, horarios; la autoridad, en suma. El desencadenante puede ser el rendimiento escolar, el absentismo, peleas, la falta de respeto a los profesores, la separación de los padres o sus desavenencias", explica Félix Arias, psicólogo del CAF 5.

El problema "se va gestando lentamente, suele comenzar en la infancia y, si no se detecta, aumenta de forma gradual hacia formas más peligrosas", asegura Félix Arias. El agresor utiliza la violencia para ejercer el control y el poder sobre los demás porque ha aprendido que así obtiene lo que desea. "Desobedece, falta al respeto, rompe objetos, insulta, grita, empuja, y puede acabar en golpes directos, en general, hacia el miembro más débil: la madre. Aunque también se da en padres por su falta de firmeza o, en caso de separación, por no estar presente en su entorno cotidiano", mantiene Arias.

Solucionar la situación
Éstos suelen ser varones con baja tolerancia a la frustración, que no se esfuerzan ni en casa ni en el instituto, vinculados en ocasiones a grupos violentos o al consumo de drogas, aunque no es una variable esencial.

La intervención para resolver la situación se realiza con toda la familia. Una vez que se toma conciencia de la situación, comienza la terapia para modificar la forma de relacionarse, de expresar las emociones y controlar los impulsos. La detección precoz es básica: cuanto antes empiece la ayuda profesional más posibilidades hay de reconducir la situación.

El plan de intervención varía en función de las edades y del nivel de conflicto. En los CAF, que cuentan con psicólogos y trabajadores sociales, se evalúa y se determinan las sesiones conjuntas e individuales a seguir. Tras el alta se lleva a cabo un seguimiento. se trabajan las habilidades de comunicación, los valores, el respeto, la tolerancia... En los casos extremos que requieran medidas más contundentes, el CAF deriva el caso a la Fiscalía de Menores, al Grume o al recurso de protección necesario tanto para los hijos como a los padres.
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