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Anarquía en el 23

Anarquía en el 23

martes 15 de abril de 2008, 01:41h

La tesis peregrina del "Gendarme Necesario" sostenida en otras épocas por algunos historiadores y mal enfocada por Chávez en pleno siglo XXI, se está convirtiendo en el lado más sombrío de la revolución. Mientras "El Mandamás Imperioso" evita dialogar, ordena la confiscación de las fincas productivas del país y de los sistemas de producción eficientes. Como si fuera poco, por una fiebre izquierdosa ya execrada por patrañera, decidió confiscar RCTV y asumir el control de empresas eficientes como CANTV, Elecar. Ahora resuelve hacerlo con las plantas cementeras. "El Sargento Necesario" desde el púlpito semanal anuncia las decisiones de Estado con tono estridente para que quede asentada ante sus prosélitos su condición de supremacía.

La figura de Militar Mandón, lejos de fulgurar el auténtico efecto de autoridad, genera una terrible inseguridad institucional y, lo más grave, una severa anarquía. Lo sucedido en la urbanización 23 de Enero así lo evidencia. Un grupo de encapuchados armados tomaron con carácter desafiante los accesos a ese complejo urbano y, ante el pánico creado entre los pobladores de la zona, la jurisdicción correspondiente se inhibió de intervenir. No ha sido posible establecer la interpretación fiel de ese despropósito. Ellos lo hacen porque pueden a la brava; o porque se autodefinen con carácter "orgánico" de autoridad de hecho; o simplemente porque tienen el apoyo oficial. Quizás porque asumen fervientemente su condición de "Árbitros Milicianos" sin importar la institucionalidad de la República. Incluso uno de los cabecillas del grupo, sin capucha, declaraba abiertamente que los "revolucionarios no tienen porqué acatar la ley".

¿Cuál es la diferencia entre la acción evidentemente delictiva de este grupo, además exhibida públicamente, y de cualquier malandro que lo hace de manera oculta? La primera es más execrable porque omite intencionalmente el rigor institucional con una soberbia propia de los todopoderosos. Incluso desafiaron y amenazaron a la autoridad policial legítimamente constituida con tomar la sede donde se desempeña; que   la autoridad del gobierno debe estar supeditada a su disposición. Creen estar en posesión de la suficiente distancia crítica, experiencia de vida y del buen sentido de justicia para sentirse inmunes contra cualquier acción de la autoridad.

Bajo esa perspectiva podrían constituirse en el país decenas de grupos similares desafiantes de la autoridad. Y su proliferación "espontánea" es el camino seguro hacia la desintegración del Estado. El país necesita conocer quiénes son esos seres todopoderosos; cuáles serán las acciones de los cuerpos jurisdiccionales correspondientes ante tal insensatez; y bajo el amparo de quién funcionan.

Miguel Bahachille
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