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Clinton y Obama llegan a su debate número 21 convencidos de que ninguno será el vicepresidente del otro

jueves 17 de abril de 2008, 04:47h

Los aspirantes demócratas a la presidencia de EEUU, Hillary Clinton y Barack Obama, reiteraron este miércoles sus diferencias en un debate de cara a las cruciales primarias de Pensilvania, que se llevarán a cabo el martes próximo.

Y al tiempo que anunciaron que unirán sus fuerzas para impedir que la elección de noviembre sea ganada por el candidato republicano John McCain, ninguno prometió que el perdedor en la liza demócrata podría ser candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos.

La ex primera dama de EEUU y senadora por Nueva York manifestó que cualquiera sea la decisión final, hará "todo lo posible" para que el próximo inquilino de la Casa Blanca a partir de enero próximo sea un demócrata.

"Ese es el objetivo absoluto", señaló Clinton en el debate escenificado en el Centro de la Constitución Nacional en Filadelfia (Pensilvania) y organizado por la cadena de televisión ABC.

Obama, que aventaja a Clinton en el número de delegados, pero que está rezagado a seis puntos de la senadora en las encuestas de Pensilvania, tampoco señaló quién sería su compañero de fórmula en caso de ganar la candidatura en la convención del partido que se realizará a finales de agosto en Denver (Colorado).

Obama aseguró que tiene una "gran" opinión de su rival, pero sería "prematuro" hablar de un posible vice presidente cuando todavía está en juego la candidatura presidencial.

El debate número 21 entre los aspirantes a la candidatura demócrata se realizó tras una semana de duros intercambios en el marco de sus campañas.

Cuando uno de los periodistas preguntó si Obama derrotaría a McCain en las elecciones, Clinton aseguró: "Sí, sí, pero creo que yo puedo hacer mejor trabajo (como presidenta) y por eso estoy aquí".

Esa declaración echó por tierra afirmaciones de su campaña que había afirmado que, en caso de que termine siendo el candidato demócrata, Obama sería derrotado por McCain.

Pero, Clinton añadió que ella vencería a McCain "porque soy mejor candidata y puedo enfrentarme a él, de igual a igual, en cuestiones de seguridad".

Por su parte, Obama indicó que "por supuesto" sería el ganador. "Es algo que ya he dicho", en aparente alusión a las sugerencias de una derrota ante el candidato republicano.

El senador también se defendió de acusaciones lanzadas por Clinton y McCain de que es elitista y de estar alejado de la realidad tras señalar que la gente de los pequeños pueblos de Pensilvania se aferra a la religión y a sus armas porque está frustrada por los problemas económicos.

El legislador manifestó que el problema fue no haber articulado correctamente una frase y "por eso me han criticado a morir. Eso es lo que la senadora Clinton ha estado haciendo durante los últimos cuatro días".

"Sería imposible que yo sea condescendiente con gente de fe cuando yo soy una persona de fe", agregó.

Por su parte, Clinton se tuvo que defender de las críticas que se le formularon después de declarar el mes pasado que en 1996, cuando era primera dama, había llegado a Bosnia bajo fuego de francotiradores.

La senadora aseguró que había sido un error y "lamento haberlo dicho".

Utilizando el tono conciliador con el que se ha comportando en los últimos debates, Obama reconoció que Hillary tenía derecho a equivocarse de la misma forma en que él cometía errores.

"Creo que lo importante es no llegar al punto de obsesionarnos con los patinazos, y perder de vista que este es un momento crucial en nuestra historia", añadió.

Sea quien gane la primaria de Pensilvania, que da al triunfador 158 delegados, y las consultas posteriores del partido en Indiana, Carolina del Norte, Nebraska, Virginia Occidental, Kentucky y Oregón, no podrá totalizar los votos de 2.025 delegados necesarios para asegurar la candidatura, según los expertos.

Como resultado, la decisión quedará en manos de alrededor de 800 "superdelegados" a la convención que serán los que finalmente den el espaldarazo final.

El debate también giró en torno a los problemas que acosan al país, la libre tenencia de armas y principalmente la economía, incluyendo la crisis detonada por los préstamos inmobiliarios de alto riesgo.

Los aspirantes demócratas a la presidencia también reiteraron sus críticas a la guerra en Irak y a McCain, a quien consideran un continuador de la estrategia del presidente George W. Bush en ese país.

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