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Día del libro

Día del libro

      

martes 22 de abril de 2008, 16:44h
TITO B. DIAGONAL
Barcelonés de alta cuna y más alto standing financiero, muy apreciado en anteriores etapas de este diario, vuelve a ilustrarnos sobre los entresijos de las clases pudientes.

Bueno, amadísimos, globalizados, megaletileonorisofiados y bibliofilados niños y niñas que me leéis, mañana, 23 de abril, festividad de Sant Jordi Gloriós, patrón de Catalunya (aparte de Aragón, Inglaterra y Hungría) es el gran día, el gran día de los editores, de los libreros y hasta de los autores, porque la jornada está dedicada a la promoción del libro. Todos, lo mismo da que sean novelistas, escritores multimedia, personajillos del show de la entrepierna (imaginaos lo que sería Belén Esteban presentando su autobiografía), poetastros hasta los autores de un libro de refritos de cocina (esos manuales de compilación) se pirran por participar en el rito colectivo de la firma de ejemplares. Y todos, también, se miran de reojo, los unos a los otros, para ver quién tiene más cola delante de su stand y cuántos bolígrafos lleva gastados.  

Festividad grande en Catalunya (que para eso mañana, 23 de abril sigue siendo laborable) en la que se hermanan la rosa de Sant Jordi con los libros. Al fin y al cabo, un libro al año no hace daño (siempre que no se lea) y es cosa muy sana comprar libros cada semana (porque de algo tienen que vivir mis amigos los López-Lamadrid, que son editores) . Desde hace una semana, el personal de servicio (el cuerpo de casa que diría Carlos García-Calvo) se encuentra limpiando uno a uno los 18.669 volúmenes de la pequeña biblioteca de nuestro palacete familiar.

Aunque, no hay rosa –ni siquiera la de Sant Jordi—que no tenga espinas. Es lo que le ocurre a los libros. Porque así le ha lucido el pelo a esta sociedad desde que los hijos de los pobres y de los obreros no sólo aprendieron a leer, para enterarse de lo que decían los rótulos de las fábricas. Luego le tomaron gusto y empezaron las lecturas de libros malos y perniciosos, como El Capital de Karl Marx, el Kamasutra, o las novelas del añorado Manuel Vázquez Montalbán (que está a la izquierda de Dios Padre, según se mire), o las obras de gente tan peligrosa como Joan Oliver y su sobrino Ignasi Riera, o Celso Emilio Ferreiro, o las de otras gentes de malpensar. Además, ¿para qué van a leer nada los alumnos de Bachillerato si con el Pokémon y los videojuegos tienen bastante?. ¿O es que no sabéis que el propio Miguel de Cervantes Saavedra quien, en Las aventuras del ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha, señaló los perniciosos males de la lectura, que hacían que su protagonista pasase las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio (y eso que D. Quijote no consta que le diese al Valdepeñas)?.

Se empieza por leer no sé, pongamos que la Enciclopedia Larousse, o ese monumento literario que son las obras completas de Jordi Pujol i Soley, se sigue leyendo otro tipo de literatura y se acaba pidiendo la igualdad social y eso de “un hombre, un voto”. O sea, que nada de lecturas literarias en el bachillerato, y venga Pokémon y muchos juegos para la Play Station 9500 (que me parece que ya van por ahí). Esto es lo que necesitan los jóvenes de hoy, que serán los hombres y mujeres, responsables y productores, del mañana.

De todas formas, para que quedéis bien en vuestra anual visita a una librería, os hago estas recomendaciones: nada de manuales de autoayuda que ya no se llevan. Si sois catalanes ejercientes y tripartitos, no estará de más que adquiráis algunas obras (de las que tienen el visto bueno eclesiástico, claro) en lengua francesa. En cambio, podéis adquirir el todavía no agotado (lleva tres años en los almacenes) libro de cuentos de Ana Botella, o el último de su marido, José María Aznar. Y, también, La perfecta casada de fray Luis de Granada (que era fraile, pero no granadino, sino natural de Sarria, provincia de Lugo); “Camino”, “Surco” y “Forja” del santo obrero Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, marqués de Peralta y prelado doméstico de Su Santidad. Son tres obras con máximas, una especie de Libro Rojo de Mao, pero a lo divino… O, por aquello de estar al día como Umberto Bossi, el de la Liga Norte, que es socio de gobierno de Silvio Berlusconi, el Mein Kampf (Mi lucha) de Adolf Hitler o cualquiera de las treinta monumentales obras teológicas de Joseph Ratzinger, hoy Papa felizmente reinante con el nombre de Benedicto XVI. Bueno, y también podéis comprar metros y metros de enciclopedias, (que decoran mucho) siempre que estén editadas con el visto bueno de la censura eclesiástica. Disfrutad de vuestras compras.

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