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Lugo: Más allá del maniqueísmo

Lugo: Más allá del maniqueísmo

domingo 27 de abril de 2008, 01:02h
La elección del Fernando Lugo como presidente de Paraguay ha generado una curiosa discusión  entre los llamados analistas de la región. que con extraña coincidencia han buscado ubicarlo políticamente conforme a la vieja practica maniquea de explicarse el mundo como una contradicción entre del bien y el mal.

Desde luego, Lugo no está entre Chávez y Bachelet, los dos términos de la supuesta contradicción de la izquierda o del progresismo latinoamericano, como pretenden muchos, y no deben buscarse ahí las claves para explicarse ni el triunfo  de los demócratas paraguayos, ni  anticipar la política que deberá seguir desde el gobierno.

Por cierto, lo primero es reconocer que el fenómeno Lugo corresponde a una circunstancia histórica, política y social específica, propia, en definitiva, paraguaya.

Los paraguayos, desde su experiencia particular han buscado una salida, por cierto democrática, evolutiva, reformista, pacifica en el sentido mas amplio del término, al desafío de poner fin a 61 años de dictadura, brutal, criminal y a un  modelo que ha sumido a su pueblo en la miseria, la angustia, el dolor y la desesperanza.

Los paraguayos han ensayado, y a veces a un duro precio,  muchas,”formas de lucha”, en su largo y áspero camino hacia la democracia y la libertad, desde las guerrillas liberales y comunistas a partir de los años 50 y hasta 1980, la lucha de las Ligas Campesinas Agrarias Cristianas, el Partido Comunista, los liberales, la resistencia de militares patriotas, hasta la búsqueda a través del camino electoral y político social.

Lo cierto es que tras el golpe de estado del general Alfredo Stroessner, en 1954, nunca se dejó de luchar.

Así, poco a poco, se fue construyendo la unidad, la concertación política y social que hoy parece culminar con las esperanzas puestas en Lugo, un producto político singular del escenario político paraguayo: ex obispo, progresista, rechazado pero permitido por la conservadora jerarquía de la Iglesia Católica del país y por el Vaticano, rechazada por los poderes fácticos ( Fuerzas Armadas, la derecha económica y política, la Administración del Estado) y mirado con recelo por Estados Unidos.

(Sin embargo puestos ante la realidad  de su triunfo, muchos de los que lo han rechazado, están ahora buscando nuevas estrategias para enfrentarlo,  y quizás una de las primeras sea obligarlo a definirse entre Chávez y Bachelet, presionarlo para que “se defina” entre blanco o negro, hostigarlo desde los medios, entramparlo)

Lugo ha dicho “esta es una victoria de la nueva izquierda latinoamericana”, pero él mismo señala no suscribir “ninguna ideología de izquierda”, lo que no significa una contradicción.

Y donde “nueva izquierda” no  significa más que la búsqueda de nuevas soluciones, que tengan como norte, la justicia social, el desarrollo, la igualdad de oportunidades, la reforma y modernización  del Estado heredado de la dictadura y otras reformas.

Se trata de su responsabilidad principal, con un país de 6 millones de habitantes, donde el 35.6 por ciento de su población vive en la pobreza, cuya tasa de desempleo es del 13 por ciento, y con un exilio económico de proporciones, por lo que necesita de respuestas urgentes a la insatisfacción social.

No cabe esperar ni la revolución socialista, ni que Lugo y su Gobierno se adscriban a determinado bloque ideológico, de los que se estima existirían en la región, sin soluciones concretas a los desafíos y respuestas a las expectativas de la gente.

Seguramente  en política exterior sea pragmático y comparta principios del Derecho Internacional como norma de conducta para las relaciones internacionales, sea solidario con la región en su conjunto, y busque el acuerdo, la solidaridad, al respeto y el beneficio económico.

Por lo demás, la Alianza Patriótica para el Cambio,(APC),la coalición de nueve partidos y grupos sociales y sindicales, liderados por el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) que lo llevó al Gobierno, refleja una diversidad ideológico política, un caleidoscopio social, que lo limita y lo condiciona en su quehacer. (Además, por cierto, de las presiones de quienes están al acecho, interna y externamente).

Fernando Lugo es desde luego, también, una interrogante

Representa el surgimiento de nuevos liderazgos políticos en una región  que busca caminos de solución a sus graves problemas, que explora caminos en una realidad compleja, y a veces, hasta peligrosa.

No es menor que sea hoy un obispo el que encarne esas esperanzas, como lo es un obrero en Brasil, una mujer ex presa política en Chile y Argentina, un militar en Venezuela, un ex insurgente en Nicaragua, un  ex perseguido en Uruguay.

Esto da cuenta de una región en marcha, viva, bullente de problemas, pero también de búsquedas.

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Marcel Garcés
Periodista
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