Off the record - 7 mayo 2008

Ayudar a los birmanos, no a 'esa' Birmania

Hay como un vendaval de indignación recorriendo el mundo ante la inoperancia, la crueldad y la estupidez que ha demostrado la junta militar que, desde hace más de cuatro décadas, controla con mano de hierro y cerebro de mosquito un país como Birmania. País desgraciado donde los haya y no sólo, claro, a causa de los elementos naturales desatados en furia. Sí, se podrían haber previsto los efectos del ciclón, pero los militarotes birmanos están más atentos a mantener en la cárcel a la líder Aung San Suu Kyi, opositora y premio Nobel, que al bienestar de su pueblo, sojuzgado y ferozmente reprimido por última vez el pasado verano.

Pero la solución no es dar la espalda a este pueblo martirizado -uno de los más pobres del mundo- cuando más necesita de la ayuda mundial. Todo lo contrario a lo que ha predicado Laura Bush, que se ha ganado una reprimenda generalizada al pedir congelar cualquier ayuda si el régimen de Rangoon no abre la mano a las visitas de ciertas ONG especialmente mal vistas por la Junta. Nosotros animamos a nuestros lectores a que extremen su generosidad con ese país lejano, que tan ajeno nos resulta por todos los conceptos -uno de cada cien habitantes es monje budista, por poner solamente un ejemplo-. Milagros Mateos, de la Cruz Roja, facilitaba ayer , en un chat desde Ginebra, algunas fórmulas de ayuda, una cooperación internacional que llegará por conductos seguros a quienes lo necesitan más.

Otra cosa es que las instancias diplomáticas -y las españolas lo están pensando- aprovechen la ocasión para condenar la crueldad de una feroz dictadura, que nada tiene que envidiar, sino que supera, a las peores del mundo, como la de Corea del Norte. Ojalá que el ciclón Nargis pudiese servir, al menos, para acabar con esos tipos impresentables que torturan a su pueblo. La verdad es que nadie se muestra demasiado optimista al respecto, pero...