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Un ecuatoriano denuncia una agresión de vigilantes del metro hace dos años

viernes 09 de mayo de 2008, 10:28h
Los casos de agresiones por parte de vigilantes del Metro a viajeros no son algo nuevo para Sigifredo Macías, un ecuatoriano que lleva siete años residiendo en España y que el pasado 4 de febrero de 2006 fue golpeado por ocho guardias que le rompieron el peroné de su pierna derecha.
Los hechos tuvieron lugar en el andén de la estación de Cuatro Caminos, a primera hora de la mañana. Sigifredo volvía de trabajar y perdió un tren, con lo que se encontró sólo esperando al siguiente, para el que todavía faltaban 15 minutos.

Entonces llegaron cuatro vigilantes, que estaban charlando entre ellos y "haciéndose bromas" y, sin saber el motivo, Sigifredo tuvo un mal presentimiento. Por eso decidió colocarse en la cabecera de la vía, para no llamar la atención de estas personas.

Sin embargo, cuando llegó el tren y Sigifredo iba a entrar en el vagón, sintió golpes por la espalda. "Al principio pensé que eran las paredes de la estación, que se estaban derrumbando", recordó en declaraciones a Europa Press. Pero pronto se percató de la realidad: lo que sentía eran golpes, puñetazos y patadas que le estaban propinando los cuatro vigilantes. Al poco tiempo, se sumaron a la agresión otros cuatro guardias, y la paliza se hizo tan larga que Sigifredo perdió la noción del tiempo y del espacio, y ya no veía nada. Mientras, le insultaban diciéndole 'hijo de puta, te vamos a matar' o 'puto inmigrante que venís aquí a jodernos la vida'.

Él no paraba de suplicarle a uno de ellos que dejaran de pegarle, que no había hecho nada, pero sus ruegos no sirvieron de nada. Y llegó a creer por un instante que estaba muerto. "Y pensé, aquí me han matado", confesó. Pero, por suerte, no fue así. Al andén empezó a llegar más gente y los vigilantes desaparecieron. Sin embargo, los viajeros tomaron a la víctima por un mendigo o un borracho, y nadie le prestó ayuda.

Dolorido, con la mente en blanco, este ecuatoriano logró llegar hasta el exterior de la estación arrastrándose por el suelo, ya que no sentía una de sus piernas. Allí, agarrado a un poste de la calle para mantenerse en pie, recordó que llevaba un móvil en el bolsillo de su cazadora y avisó a los servicios de emergencia. Al presentarse allí la Policía, les explicó lo ocurrido, pero cuando los agentes bajaron a las vías, ya no encontraron a los responsables. El Samur le atendió de las lesiones y le trasladaron al hospital La Paz, donde la radiografía constató que Sigifredo tenía roto el peroné.

Un año de baja y secuelas de por vida
Como consecuencia de la rotura, el afectado tuvo que pasar un año de baja, hasta que el hueso volvió a soldarse. Durante ese tiempo, su hija, la única familia que tiene en España, tuvo que ocuparse de sus cuidados, y por ello, llegó a perder el curso en el colegio. Pero lo peor es que la recuperación no ha sido completa, y a Sigifredo la pierna sigue causándole dolores muy fuertes y a veces le falla. El médico ya le ha advertido de que seguirá teniendo esas molestias "de por vida".

No obstante, las peores heridas que le ha dejado este episodio no han sido físicas sino psicológicas. Sigifredo reconoce que durante un tiempo no era capaz de coger el Metro ni de pisar la estación de Cuatro Caminos, y que cada vez que veía un uniforme le daban ganas de irse a por él "con las muletas". Gracias al tratamiento psicológico que tuvo que recibir, ha logrado ir superándolo poco a poco, pero aun así no puede evitar sentir "rencor" hacia los vigilantes del suburbano por lo que le hicieron.

Pendiente del fallo judicial
Sigifredo denunció el caso en la comisaría del Barrio del Pilar, donde reside, al día siguiente de salir del hospital, y puso el caso en manos de un abogado.

En la primera vista, Sigifredo realizó una rueda de reconocimiento solicitada por la jueza encargada del caso, y logró identificar a uno de los agresores, pero a ningún otro. "Era a ése al que le suplicaba que no me pegase, que yo no había hecho nada, por eso lo reconocí y su cara no se me olvidará en la vida; pero a los otros, como no discutí con ellos ni nada y me cogieron por la espalda, no los vi", explicó. En el segundo juicio, que tenía que haberse celebrado el pasado 14 de junio, el acusado no se presentó y desde entonces, Sigifredo no ha vuelto a tener noticias del caso ni sabe cuándo se producirá el fallo.

Por eso hizo un llamamiento a los jueces para que se tomen más interés por estos temas y los culpables sean castigados, ya que el suyo no es un caso aislado, y que estas personas sean apartadas de su trabajo porque "son animales".
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