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Cuentacuenteros

Cuentacuenteros

lunes 12 de mayo de 2008, 01:02h

Se lleva a cabo en La Paz el cuarto Apthapi Internacional de Cuentacuentos. Expertos nacionales y extranjeros en el arte verbal explican las características de los “cuentacuenteros” y apuestan por su vigencia pese a las dificultades, en la sociedad actual, de recuperar historias y transmitirlas

"Antes de que hubiera televisión, las madres, al acostar a sus hijos, les contaban un cuento; pero ahora ¿cómo es la cosa? Al niño le ponen un video o le dejan con uno de esos famosos videojuegos”. Celia Asturizaga, una de las pioneras de la narración oral contemporánea en La Paz, se refiere así a uno de los grandes inconvenientes que en el mundo actual enfrenta el arte de contar cuentos, de transmitir verbalmente historias y conocimientos.

Pese a todo, la oralidad “tiene una gran ventaja sobre toda la cháchara tecnológica, y es que está al alcance de todos; todos la podemos practicar en la situación, lugar que sea y con la temática más inverosímil. Ésa es su gran fuerza”, se responde luego Celia.

El año 2000 un colectivo de actores y artistas organizó en la sede de gobierno el primer Apthapi Internacional de Cuentacuentos que tuvo su segunda versión al año siguiente y que tras un receso volvió en 2007 y halló definitiva continuidad este 2008 con la cuarta versión que está en actual desarrollo con la presencia de seis “cuentacuenteros” internacionales y más de dos docenas de nacionales.

Las pérdidas de dialectos y lenguas indígenas y la inaccesibilidad a ciertas etnias o sitios geográficos donde habitan pueblos ricos en tradición oral son algunas de las principales barreras a la hora de recuperar y mantener vivas leyendas, mitos y costumbres transmitidos de generación en generación. En eso coinciden cinco expertos narradores que ofrecieron su arte en el encuentro internacional, oportunidad en la que Fondo Negro aprovechó para hablar con ellos. Pero hay más. El colombiano Carlos Pachón dice que “una gran dificultad es el desinterés que tenemos por lo nuestro, el desamor que sentimos por lo propio, pues cada vez se hace más evidente el desmedido entusiasmo por todo aquello que representa la modernidad, por sus nuevos valores y principios que responden a aspectos meramente comerciales de la actual sociedad”.

En busca de promover esta actividad y demostrar su valía e importancia es que —según Wilfredo Vásquez, de la organización del evento— “el Apthapi es un encuentro de interculturalidad, para conocernos unos a otros a través de nuestros relatos e historias ancestrales y actuales”.

“Recobrar esta riqueza hablada —dice el ‘cuentacuentero’ mexicano Sergio Villar— es muy difícil, pero aunque en poca cantidad, es algo que nunca dejó ni dejará de hacerse. Es un trabajo infinito porque de mitos, leyendas e historias hay un sinfín”.

Y es que entre la teoría y la realidad hay un hueco que es fundamental llenar. A la hora de trabajar sobre la riqueza intangible, siempre se dan los primeros pasos: rescatar, acopiar, sistematizar o clasificar y almacenar, pero muy pocas veces se cierra el proceso con el punto más importante: transmitir.

“Existen trabajos de recopilación —señala Asturizaga— que han hecho estudiantes de universidades y escritores que han llevado relatos y tradiciones de los pueblos a libros, pero que en la mayoría de los casos sólo quedan en eso, en el libro. Para mí, un trabajo de recopilación —ir al campo, conversar con ancianos y registrar su sabiduría y memoria— debe obligatoriamente ir unido a una labor de difusión: dar a conocer, hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible, y en eso radica la función de los ‘cuentacuenteros’”.


Vigencia

“En México, la narración de padres a hijos se ha perdido en las ciudades, pero en lugares apartados aún se mantiene la costumbre, incluso en las lenguas originarias; por eso, si hay verdaderos expertos y conocedores de la tradicionalidad, son los ancianos indígenas y campesinos”. Villar parte de la experiencia de su país para explicar una generalidad: si de hallar un lugar común de presencia y fortaleza de la oralidad se trata, sea el país o continente que sea, hay que remontarse al área rural.

El actor y cuentero paceño Raúl Beltrán expone uno de muchos argumentos por los que, pese a sus dificultades de alimentación temática y popularización, el arte de narrar tiene larga vida asegurada. “Estoy seguro de que el mundo artístico en nuestro medio está transitando en la deconstrucción del espectador, es decir está comenzando a generar públicos, puesto que cada producto creativo va en función de la necesidad de un grupo; en este sentido, la aceptación de la narración oral me hace pensar que, ante un atiborrado panorama de información e imágenes prefabricadas, una sesión de cuentos puede ser un acto liberador”.

“La narración oral contemporánea —asegura Pachón— tiene más futuro que nunca. Cada vez estoy más convencido de que es a través de la comunicación directa que se puede mantener vivo el sentimiento, que se puede permitir al oyente escapar de su rutina llevándole a soñar con un mundo mejor”.

Antecedentes

El arte de contar se remonta a las primeras civilizaciones humanas, cuando empezaron a crearse mitos e historias que eran necesarios perpetuar. Entonces, según la época y el espacio geográfico, aparecieron aedos, bardos, rapsodas, juglares, trovadores, chamanes, griots, hakawati, fabulatori, cuenteros... etc., etc.

Cuando la escritura y la lectura no eran bienes al alcance de todos, los portadores de la palabra, ante diversos tipos de público, reinventaban el mundo, transmitían el saber de la época, hacían reír y llorar a través de leyendas, historias reales, poesías, canciones y cuentos. Sus voces se escucharon con igual atención en palacios y plazas, en los caminos, en ferias y mercados o alrededor del fuego.

Pero, a medida que la gente aprendía a leer y escribir, la figura del narrador de cuentos fue perdiendo importancia hasta casi desaparecer. En una sociedad en la que la comunicación entre seres humanos es cada vez menor por causa de las prisas, el trabajo, las ocupaciones y los entretenimientos cada vez más alejados de la natural estimulación de la imaginación, contar cuentos supone una forma de interacción en la que, usando voz, oído y palabra, el hombre comparte con sus iguales, sin usar ni más ni menos que los elementos básicos con que vino al mundo.

Con todo, los expertos consultados aseguran que aunque sea en mínima proporción, la sociedad del futuro tiene asegurada la pervivencia de los “cuentacuenteros”. Miles de años de historia, antes de la invención de la escritura, demuestran su inmortalidad; innumerables experiencias, mitos y sabidurías, aún vigentes, de pueblos no alfabetizados (como el aymara y el quechua), también.

En pocas palabras

—¿Cuáles son las principales características de la narración oral, sus fortalezas y debilidades, su aporte histórico-cultural?

—(Sergio Villar) Que podemos llevar las tradiciones, costumbres, tiempos históricos, fantasías, etc., lo que nosotros querramos a oídos de quienes lo escuchan. La fuerza es la voz; la debilidad, la poca afluencia de la gente a escuchar. La aportación histórica es una de las más grandes ya que el cuentacuentos empieza desde la juglería, los juglares encargados de transportar las noticias del rey y apropiar voces de otras personas e interpretarlas para hacer de su saber esto. En la actualidad el ocupar la voz tiene que ser con un valor de aportación ético, crítico y responsable para poder cambiar la historia

—¿Cuáles son las principales fuentes para relatos orales en Bolivia?

—(Celia Asturizaga) Bolivia es uno de los países con gran tradición oral, tenemos un inmenso patrimonio intangible, que constituyen todos esos cuentos, mitos, leyendas, muchos de los cuales están todavía guardados dentro de comunidades, en la memoria de nuestros viejos y que están en peligro de perderse si no se los recupera.

A propósito de los “cuentacuenteros”

Raúl Beltrán

1. Un “cuentacuentero”, al depender de la palabra para visualizar lo que está narrando, requiere tener facilidad de palabra y capacidad de evocación para generar imágenes en su oyente.

2. Personalmente pienso que un actor puede ser un buen “cuentacuentero”, ya que conoce cosas como los tiempos, los ritmos, las pausas, el tono y sobre todo el sentido de la dramaturgia. Pero puede suceder también que un buen actor no tenga la capacidad de narrar. El acto evocativo es completamente diferente. En la narración de una historia, una anécdota, etcétera, se cuenta, no se actúa.

Sin embargo, no estoy seguro de que un buen cuentacuentos pueda ser un actor a algo parecido, pienso que ni siquiera podría ser un buen escritor; en fin, como todo arte, la palabra lanzada frente al público requiere de preparación para cobrar su sentido de espectáculo.

3. No creo que haya categorías de narración oral, pero creo que ante la irrupción de la narración oral, en ciertos ámbitos culturales populares se han ido ampliando los conceptos sobre la cuentería y se han visualizado varias formas de contar: a palabra viva, con apoyo de objetos, con teatralización, en fin o más bien, sin fin. Anteriormente, cuando uno hablaba de la narración oral, de inmediato se pensaba en la mitología andina, o se la relacionaba con algo muy pasado en el tiempo; sin embargo, hoy la narración oral está transitando en lo actual y sobre todo está contando el mundo urbano.

Entonces, las fuentes de la narración oral están siendo los acontecimientos y las formas de vida de este tiempo. No olvidemos que todo arte siempre refleja el tiempo en que se crea.

* Actor, titiritero, cuentacuentos y director teatral boliviano

Tipos y características de la tradición oral

Carlos Pachón *

Dentro de mi propuesta de narración oral contemporánea he establecido seis modalidades (formas de llevar los cuentos o relatos a la escena), cada una con sus propias características, que a grosso modo puedo enunciar de la siguiente manera:

— Cuentero popular: Es aquel individuo que ha desarrollado el don de la palabra de manera natural y lo ejerce como representante de la comunidad a la cual pertenece, manteniendo como gran patrimonio oral sus cuentos, mitos y leyendas.

— Narrador oral escénico: Modalidad creada por Francisco Garzón Céspedes, y cuya forma de narrar es la que más se asemeja al cuentero popular, puesto que busca mantener de él su naturalidad, pero incursionando con algunos conocimientos técnicos básicos para la escena. Su patrimonio oral suele estar dado mayormente por las adaptaciones de textos literarios.

— Personaje narrador: Es aquella modalidad en la que el narrador, como su nombre lo indica, da vida a un personaje, a través de quien relata especialmente, y como una manera de crear su patrimonio oral, circunstancias de la cotidianidad de la gran urbe.

— Cuento teatralizado: Modalidad que combina la eficacia del narrador con la capacidad histriónica del actor, en una novedosa propuesta, en la que las historias narradas como hilo de conducción (que pueden ser relatos de la tradición oral, de creación o adaptaciones de textos literarios) son por momentos también representadas en una puesta en escena para la cual se utilizan técnicas del teatro moderno, como la “transformación del objeto”.

— Narración oral experimental: Es aquella a través de la cual se da cabida a todo el talento y creatividad de quien, teniendo el don del narrador, incursiona en la escena con otras áreas artísticas; desde luego, teniendo siempre en cuenta que estas innovaciones estén al servicio de la narración como un complemento, y no como el eje del espectáculo que se va a presentar.

— Comunicación oral prevista: Cuando un individuo hace uso del cuento, la anécdota, la parábola, el chascarrillo, etc., etc., para ilustrar, ejemplificar o complementar su comunicarse frente a un público o espectador-oyente; propóngaselo o no, está empleando su condición natural de narrador y estructuras del relato corto e informal, con lo cual queda inmerso dentro de la modalidad de la comunicación oral prevista, sin que por esto deba tener un patrimonio oral, más allá del que le da su propia informalidad e improvisación.

El cuento según su origen

Dentro de mi investigación y experiencia puedo establecer una diferencia fundamental entre contar un relato originalmente transmitido oralmente y repetir de memoria algún texto literario, desde luego, sin que pretenda con esto afirmar que alguno sea mejor; pero sí haciendo referencia a lo que podría ser el cuentero que nace y el que se hace:

— Quien cuenta un relato que ha sido transmitido de generación en generación (como sucede con el cuentero popular) goza del privilegio de hacerlo de manera natural y como resultado de un aprendizaje originario, sin más exigencias que el propio gusto que tiene por hacerlo, y sabiendo que tiene el respaldo y respeto que le brindan los integrantes de su propia comunidad, que son quienes lo escuchan en un contesto, por de más, propio y favorable.

— Quien se somete a repetir de memoria un texto literario tiene que pasar por un proceso de aprendizaje, a través del que ha de adquirir algunas técnicas que le permitan desarrollar el adecuado desempeño frente a un público, que por lo general ni le es común, ni le es afecto, y que, por el contrario, es probable que esté en una actitud valorativa, en razón del contexto urbano en el cual suelen darse las presentaciones.

 

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