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Deporte, valores y guerra

jueves 15 de mayo de 2008, 17:00h
   Que el presidente de la Federación de Tenis se dedique a enviar mensajes descalificantes, incluso hablando de sus novias, a los mejores jugadores de España habla de sus valores morales y explica porqué no ha presentado ya su dimisión. Que Frank Rijkaard, encabece el pasillo del Barcelona al equipo campeón de Liga y se vaya con señorío y elegancia habla de su categoría y ensalza los valores del deporte. El deporte -espectáculo, especialmente el fútbol, pero también el ciclismo, el atletismo, el tenis- tiene muchas cosas positivas, pero también otras -violencia, trampas, partidos amañados, árbitros comprados- que pueden poner en peligro incluso su futuro, como está pasando en el ciclismo. 

   Esta semana se celebraba en el Estadio Bernabéu una Jornada sobre Derecho y Deporte, organizada por el Real Madrid y el Consejo General de la Abogacía Española. Diversos expertos ponían sobre la mesa que países, como Inglaterra o Alemania habían conseguido que el fútbol fuera un espectáculo donde se va a disfrutar y se respeta a los rivales, mientras en otros, como Italia, Grecia, Portugal o Argentina, ir al fútbol no sólo puede ser un riesgo, sino que el deporte en sí mismo, está más en las páginas de sucesos o de tribunales que en las deportivas.

   La violencia no es consustancial al fútbol -el deporte estrella-, pero si queremos tener un deporte sano hay que actuar desde la escuela. No puede haber, decía un sociólogo, niños que pasan todo el año en el banquillo de su equipo y que tienen 'miedo' a salir al campo porque no son buenos. O padres que se comportan como energúmenos y ponen un representante a sus hijos a los 10 años. O medios de comunicación que titulan agresivamente para vender más. ¿De qué sirve trabajar toda la semana en valores con los chavales si luego los medios de comunicación echan todo por tierra o van al estadio y ven a miles de 'sensatos ciudadanos' insultando desde el minuto 1 al 90 a todos los jugadores contrarios y al árbitro? No se puede tolerar ni dar cancha a directivos que incitan a la violencia o tutelan grupos ultras. No se puede criticar al tenista que trata de 'robar una bola' y calificar de 'listo' al futbolista que se tira en el área y simula un penalti.

   Es posible que hayamos mejorado en los últimos años y que la condena a la violencia en cualquier deporte, en cualquier lugar, sea más clara. Pero se ha institucionalizado el insulto y la violencia que aparece en los medios, a veces repetida una y otra vez, tiene un eco mucho mayor. No sólo en el fútbol, no sólo en el deporte, pero éste debería ser siempre una escuela para la convivencia y para la fraternidad y algunos lo convierten en una guerra. Atentos al fin de semana. 
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