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De cumbre a cumbre, y tiro porque me toca

De cumbre a cumbre, y tiro porque me toca

domingo 18 de mayo de 2008, 02:16h

Temo que no puede decirse que la 'cumbre' UE-América, que se ha clausurado en Lima, haya aportado grandes resultados para los pueblos latinoamericanos. Ni, por lo demás, para las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, unas relaciones cuyo puente siempre quiso ser, por vocación, posibilidades y necesidad, España.

 La verdad es que el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, acudió a la capital peruana con el ánimo atenazado tras el último atentado 'doméstico' de ETA, una organización terrorista a la que en algunas capitales latinoamericanas aún consideran, miopemente, una organización 'guerrillera' y hasta 'de liberación'. Pero mantuvo la cita, aun cuando las preocupaciones estaban en la política doméstica, más que en la internacional. Y acudió a Lima, dicen, sobre todo para mantener algunos encuentros bilaterales: importante el de Lula, anecdótico, aseguran, el de Cristina Kirchner, que pronto viajará a España rodeada de la polémica por sus posiciones adversas a las empresas españolas instaladas en Argentina…y muy vistoso, por supuesto, el encuentro con Hugo Chávez.

 Los servicios españoles de prensa aseguraron que el encuentro con el presidente venezolano sirvió para "reanudar relaciones" entre los dos países. Que sepamos, nunca se rompieron, aunque algunas actitudes de Chávez acaso lo hubieran aconsejado. Ni a España ni a Venezuela, país por cierto de tolerancia hacia los refugiados etarras, les convendría tal ruptura. Pienso que el incidente suscitado por aquel '¿por qué no te callas'? del Rey Juan Carlos dirigido al líder bolivariano ha permanecido demasiado tiempo flotando en el aire; hora es ya de superarlo, y así parecen haberlo acordado Zapatero y Chávez, que hasta envió "un saludo" al monarca español.

 Lástima que la parte más anecdótica de esta 'cumbre' haya oscurecido avances que podrían ser más sustanciales, como las soluciones para el agua o la ayuda a Haití. O tantas otras cosas que aún restan por hacer. Confiemos en que, dentro de dos años, cuando esta reunión entre Europa y América se celebre en Madrid,  no falten a la cita figuras como Sarkozy o el 'premier' británico –realmente ¿había cosas más importantes que hacer?—y esperemos también que la diplomacia multilateral, hasta entonces, se mueva lo suficiente como para acercar de verdad las dos orillas del Atlántico.

 Es este un empeño en el que desde hace años están las sucesivas diplomacias españolas, las que corresponden a gobiernos de distinto signo. Por eso, el mantenimiento de las 'cumbres' iberoamericanas, como la que, a finales de octubre, se celebrará en El Salvador, es algo digno de elogio, pero también de reflexión: ¿de verdad no hay más contenido para tapizar un encuentro de los mandatarios españoles y latinoamericanos? ¿Se agota todo en los desplantes de Kirchner, en la tambaleante relación con Cuba, en las sonrisas a Chávez o en los abrazos a Alan García o a Lula? Creo que hace falta algo más, un trabajo serio que debería ser acometido desde una 'nueva' Secretaría de Estado para Latinoamérica, una Secretaría con  personal, presupuesto y funciones (como la de Cooperación, que dirige Leire Pajín), en unión con esa Secretaría General Iberoamericana que preside Enrique Iglesias, una figura prestigiada y prestigiosa a la que se debería prestar mayor atención y encargar más iniciativas.

 

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