Esto del alcohol desune más que une. Con el anuncio de una nueva ley para prevenir el consumo de bebidas alcohólicas entre los menores, anda el sector -el de los fabricantes- revuelto; los editores de periódicos, enfadados con razón, y el resto de los mortales expectantes con la nueva norma estatal. Todo el mundo debería estár de acuerdo en que hay que adoptar las medidas precisas para evitar que los menores beban alcohol, de cualquier grado, porque al fin y a la postre, todo es alcohol y las bebidas con menor graduación (vino y cerveza) son más baratas y de fácil acceso para los adolescentes. En este escenario creo que Elena Salgado, ministra de Sanidad y Consumo, tiene buenas intenciones y las ideas muy claras, pero posiblemente las presiones que está recibiendo ya de una parte del sector de fabricantes de alcohol –concretamente del vino y de los cerveceros-, así como del propio Gobierno y del PSOE la hagan cambiar de opinión para que la nueva ley no trate por igual a todas las bebidas alcohólicas.
Cuando se convierta en ley lo que ahora es el borrador del anteproyecto de ley de medidas sanitarias para la protección de la salud y la prevención del consumo de bebidas alcohólicas por menores, todavía no se sabe qué va a ocurrir con las normas autonómicas en este sentido que ya están en vigor desde hace tiempo en algunas Comunidades, como Navarra o que se están debatiendo ahora en Parlamentos autonómicos, como ocurre en Castilla-León. Porque en Navarra hay distinción de grados en la ley; es decir, que las medidas actuales benefician al vino y a la cerveza a la hora de su venta y publicidad, frente al resto de las bebidas alcohólicas. Y los castellano-leoneses van por el mismo camino.... En este punto hay que subrayar que el etanol es el elemento común en las bebidas alcohólicas (vino, sidra, cerveza, brandy, whisky, ron, anís, ginebra, aguardientes, etc) que se obtienen de materias primas agrícolas.
En este debate político-social deben tener más protagonismo los médicos, ya que son ellos los auténticos conocedores del daño que produce el alcohol –de cualquier graduación – en el organismo humano. Es cierto que hay estudios científicos que hablan de la bondad de un consumo más que moderado de alcohol, sin distinción de grados, aunque también es verdad que se ha tratado de manipular este extremo para llevarse el gato al agua. En este sentido, hay que recordar que tanto la Organización Mundial de la Salud como la Comisión Europea han aprobado distintos documentos en los que se dice explícitamente que un grado de alcohol es un grado de alcohol y que el daño o el beneficio que produce es el mismo.
De momento y hasta la primavera no se sabrá si las presiones de los productores del vino y de la cerveza van a convencer a la ministra Salgado que ya ha anunciado públicamente, en el seno de la Organización Médica Colegial, que la nueva ley afectará por igual a todas las bebidas alcohólicas por encima de 1,2 grados. De aquí a que el proyecto de ley empiece a ser debatido en el Congreso, habrá más ocasiones de comentar aspectos destacados de la nueva norma y de las maniobras de presión que ya se están produciendo.
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