La GHN (Gran Horterada Nacional) Por Fernando Jáuregui
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Está a punto de consumarse la GHN (Gran Horterada Nacional), esta vez elevada a categoría internacional. Nuestro ínclito representante, bendecido por el dinero público de TVE y del Instituto Cervantes, engrasado por el contratazo de publicidad de la ONCE (que, de alguna manera, también pagamos todos), alentado por la bobería nacional de tanta radio que repite, ad nauseam, ese horrible estribillo de ‘perrea, perrea’, ese ínclito representante de los valores patrios, decía, se va a enfrentar esta noche a otras horteradas nacionales, a ver quién gana el festival de Eurovisión. Aunque dudo que los otros horteras lo sean tanto como este Chikilicuatre, prototipo de la desfachatez, la falta de valores y el mal gusto.
No quisiera ponerme trascendente, pero este eurofestival representa, cada año un poco más, la decadencia del Viejo Continente, engolfado en su estado de bienestar mientras trata de hacer insoportable –pregúntenles a Berlusconi y a Sarko, que encarnan bien las cualidades que hoy se llevan—la vida de los pobres inmigrantes que llegan huyendo del hambre y las tiranías. Esta UE ampliada da como fruto cultural máximo esta ‘astracanada’ (¿no querían términos de principios de siglo? Ahí tienen uno), encima bendecida por la tele que pagamos todos a precio de oro, por un Instituto que algún día fue una buena iniciativa –pero ¿dónde se nos ha quedado la ex sensatísima señora Cafarell?—y por unos intelectuales, falsos como un euro de madera, que quieren ver las grandes cualidades de provocación intelectual que comporta el bodrio.
Está bien, nos han ganado. Entre la demagogia de ciertos radiopredicadores matutinos y los programas que nos sirven las televisiones nocturnas –incluyo algunos combates-tertulias periodísticos--, tenemos que declararnos vencidos. Veremos el puñetero festival, lo comentaremos –ya adelanto que aquí no nos va a gustar—y les daremos a todos ustedes voz a través de nuestra Línea Crítica, en el caso de que tengan estómago (lo nuestro es obligatorio: el silencio no basta, hay que ridiculizar a estos ridículos) para perder una preciosa noche de sábado contemplando un producto del peor marketing imaginable. Para provecho de la tele nacional, de la Sexta (que también es nacional monclovita) y de todos estos encopetados pensadores que dicen chorradas como que el pobre payaso del tupé y la guitarra absurda conecta con el esperpento valleinclanesco, por ejemplo. Señores, pasen y vean: la GHN va a comenzar, acomódense ante la caja nunca más tonta que esta noche.
El virus del chiki chiki contagia toda la red. Por César Calderón
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