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Vulgares El Juli y Manzanares en tarde inclemente de lluvia

San Isidro: oreja para el toreo de inspiración de Morante

San Isidro: oreja para el toreo de inspiración de Morante

viernes 23 de mayo de 2008, 11:28h
El dios de la lluvia no quiso perderse los fogonazos de arte del coletudo con más personalidad, inspiración y sentimiento en la actualidad.
El dios de la lluvia no quiso perderse los fogonazos de arte del coletudo con más personalidad, inspiración y sentimiento en la actualidad. Por supuesto, Morante, ¿quién si no? Lo malo es que el resto de los mortales sufrimos una tarde climatológica de perros, que sólo salvó el de la Puebla con su intermitente faena al cuarto que le valió una oreja. Sus compañeros, Juli y Manzanares II, tan gélidos como la tarde o casi.

Porque entre el agua y la vulgaridad de la tarde, transcurrida la mitad del festejo nadie podrá apostar porque iba a venirse arriba. Y en eso llegó Morante, que no había estado en el primero, manejable y noblote como todo el encierro, al que despachó sin meterse con él ni intentarlo con ganas. Pero el cuarto, con un punto mayor de casta, le gustó. Y se abrió el sol... de la tauromaquia, que no el otro.

Primero el coletudo cinceló dos verónicas y dos medias de antología, puro cante hondo, puro 'apauladas'. Después festoneó arte a raudales en cortas series por ambos pitones que remató con inspiradísimos adornos en la contraquerencia del bicorne, que pedía el platillo, donde el aire arreciaba más,

Por ello, Morante, con algunas intermitencias, lo cerró en tablas y tal era su éxtasis -y el de los afortunados espectadores- que le dieron un aviso antes de montar la espada y acertar a la segunda, razón por la que hubo algunas protestas al trofeo. Apéndice cortado y estadísticas al margen, allí hubo toreo 'der güeno'. Y punto.

Lo que no aconteció con sus compañeros, dos reconocidas figuras que defraudaron. Porque El Juli, espesote y sin acoplarse con el segundo sólo porque se quedaba corto y tiraba un derrote al final, sólo pudo lucir algo con el quinto al final de una faena bien construida pero de escasos quilates artísticos, y para colmo falló a espadas.

Porque el fino torero alicantino Manzanares II más bien pareció algo basto y mediocre con el tercero, de similar catadura al anterior de El Juli. Algo mejoró en el último con buenos dibujos y más entrega -sin exagerar- por su parte, pero como el bicho se vino abajo enseguida, aquello no caló. A diferencia de la lluvia general y la particular de toreo barroco que nos regaló Morante. El más sentimental de los oficiantes de esta religión laica que es la Fiesta.
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