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¿En busca del bien común?

¿En busca del bien común?

martes 27 de mayo de 2008, 04:45h
Por estos días hemos sido espectadores de una situación, que de ser lúdica, estaríamos hablando de un juego entre estrategas, pero lamentablemente no es así.

En una familia, cada cosa que los padres deben resolver es tema de diálogo cargado de reflexiones sobre lo que puede beneficiar o perjudicar a todo el grupo familiar aquello que piensan hacer. Nada de lo que emprendan los padres, si son responsables, pondrá en estado de indefensión a ninguno de los integrantes de la familia.

En un país la situación se repite, ningún grupo ni ninguna persona en particular debería anteponer sus intereses al bien común, ocupen el cargo que ocupen, ocupen el espacio de poder que ocupen.

En la disputa entre el poder político y el campo, nadie tiene en cuenta al resto de la sociedad, que a pesar de ellos y de sus actitudes seguimos apostando al país y trabajando por engrandecerlo.

Los discursos emanan orgullo y hasta casi soberbia por el poder que alcanzaron o se les fue dado. Cada tanto un golpe de realidad pareciera empujarlos a la búsqueda de una solución, pero ante la mínima posibilidad de parecer débiles o  derrotados dan un paso atrás y vuelven a al conflicto, como si este fuera una trinchera segura que los protege de ser doblegados.

De rodillas o de pie nada hacen por el bien común. Nadie tiene en cuenta a los millones de argentinos que padecemos frente a este combate aunque  pongan en palabras lo contrario. Lamentablemente los hechos nos dicen que estas bellas palabras están vacías de contenido y no son más que una manera elegante del típico: “yo no fui”.

Cierto es que este conflicto no beneficia a nadie, más bien genera inseguridad y dudas, interna y externas. Nos ubica a todos en medio de un lodazal donde resulta casi imposible mantenerse en pie.

“En boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso”, decía mi abuela. Hoy ninguno de los sectores en pugna son absolutamente creíbles para el resto de la sociedad, la duda los sobrevuela a punto de preguntarnos qué intereses ocultos los mueve, o lo que es peor qué será de nosotros el día que lleguen a un acuerdo.

 En ambos la posición es inamovible, en consecuencia el fin será el mismo: acusaciones cruzadas que intentan justificar el enfrentamiento de manera casi infantil, lo que ninguno dice es que no buscan una solución consensuada, sólo buscan imponerse.

Empecinados en marcar territorio con las diferencias que los separa, no pueden ver que algo más fuerte e importante los une: ser hijos de una misma patria que generosamente los cobija y simplemente les pide que la compartan como verdaderos hermanos.

Lamentablemente festejaremos un 25 de mayo divididos y de espaldas al cabildo, mudo testigo de la incomprensión generada por la sordera de quien no quiere escuchar y sólo acepta ser escuchado y aplaudido.

Por años ayudé a que mis alumnos descubrieran que todos somos importantes en esta patria, que el campo y la ciudad se necesitan, que nada es del uno sin el otro. Hablamos también de una patria libre y federal, con un gobierno representativo elegido por la mayoría y que en búsqueda de la equidad anteponga el bien común ante el beneficio sectorial o personal.

Hoy, después de treinta años espero que esto no sea una utopía.
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