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Vivir con la delincuencia

Vivir con la delincuencia

martes 03 de junio de 2008, 05:14h

Nada más insultante al juicio de los habitantes de este país que el sortilegio numérico del ministro Rodríguez Chacín cuando semanalmente, en su cotidiana "rendición de cuentas", pretende explicar mediante unos cuadros lastimeros cómo es que el plan de seguridad implementado por su despacho ha logrado disminuir los índices delictivos. Ni un músculo de su rostro se frunce ante las cámaras de televisión para encomiar con gozo el celebérrimo método anti delictivo. Mientras habla, en ese mismo instante, en casi todas las ciudades y caseríos del país, están ocurriendo decenas de delitos de distintas dimensiones. La truculencia de los números de los que hace alarde se compara con los silabarios baratos que ofrecen los buhoneros augurando la felicidad plena.

El ministro desmiente todo: el número de asesinatos semanales, la rapacidad delictiva tanto en barrios como en urbanizaciones, el hurto de vehículos, el tráfico indiscriminado de drogas, la proliferación de armas de fuego, la insuficiencia de las morgues, la tropelías de los cuerpos policiales, la mortandad despiadada en las cárceles, el indetenible quebranto de bienes públicos y privados, las invasiones tuteladas por bandas plenamente identificadas, la anarquía sin control de motorizados armados, la incursión de la guerrilla colombiana en nuestro país, los secuestros exprés, la violación de cajeros bancarios, y demás variedades de acciones delictivas.

Cuando el ministro niega el contexto criminal en el que estamos inmersos lo que sugiere es que en esta revolución debe aprenderse a vivir con la delincuencia. Y debe ser así pues la actitud se corresponde con una política de Estado. Chávez, en miles de horas de peroratas repetitivas e inútiles, jamás se ha referido a la delincuencia como un problema de seguridad. El proceso se ocupa, según la "doctrina chavista", de asuntos que trascienden las partes de la vida cotidiana catalogadas como difusas pues éstas se corregirán con el tiempo a través de una dinámica progresista y revolucionaria. Los deudos de las víctimas deben entender que ese sacrificio es indispensable ahora para poder disfrutar luego de instancias sumas del paraíso socialista.

El juego del régimen se asemeja a los calendarios juveniles que producen sus propios efectos ópticos. Los llamados experimentos autocinéticos no pueden ser expresados tan fácilmente en palabras. De allí que Rodríguez Chacín no convenza con su sortilegio semanal. En el cinetismo una línea puede ser más larga o corta dependiendo del contexto como se le mire. Para el ministro, como en el cinetismo, el número de víctimas es mínimo comparado con la felicidad que promete  el socialismo del siglo XXI.

El gobierno pretende imponer un modelo de Estado sobre alternativas ficticias que nadie conoce. Aún más ni el mismísimo Chávez sabe si son alternativas. Y aquellas que se conocen son de cruel catadura. El exceso de petrodólares permite ese manipuleo perverso. Los venezolanos no debemos perder la brújula en tercerías y ocuparnos de lo trascendente. En este momento la trascendencia radica en estructurar acciones que permitan obtener el triunfo en las elecciones de noviembre próximo.

Miguel Bahachille
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