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Sin raíces

Sin raíces

martes 03 de junio de 2008, 05:22h

Mucho me impresionó una publicación editada en Barcelona, España, que tuve ocasión de leer en estos días turbios. Un libro de poco más de cien páginas. Se llama “Sin Raíces” y contiene reflexiones acerca de Europa, el Islam, el Cristianismo y el Relativismo, este último cuestionado como la carencia en Occidente, en nombre de la convivencia y el respeto, de buenas razones para juzgar a las culturas y civilizaciones. El relativismo convertido en una especie de religión, en la sacralización del diálogo y la reconciliación, sin preguntarse para qué y sobre qué. Notan como ello ha conducido a una parálisis que no sólo ha confundido, sino alentado una perniciosa tendencia a la autocensura que impide distinguir, no sólo los valores fundamentales, sino también inhibe la defensa de la democracia, de la libertad, de las propias creencias y de una auténtica integración.

Cuando se está inmerso en procesos sociales y se viven momentos políticos traumáticos, se corre el riesgo de agotarse en esa inmediatez y llega un punto en que no podemos detectar cuándo fue que perdimos el rumbo y comenzamos a desmoronarnos, a perder terreno. Es cuando la tolerancia se asume como entreguismo, la conciencia se rinde y declina la fuerza de convicción. El relativismo debilita nuestras defensas y nos dispone y predispone para la rendición. Que las cargas se enderecen en el camino, es el lema de la impotencia. “Vamos con calma”, es la apelación de los retóricos. Debemos ser condescendientes con quienes nos amenazan, total, al final saldremos adelante.

Al respecto, alerta el filósofo Marcelo Pera, quien fue presidente del Senado italiano: “Actualmente sopla en Europa un mal viento… Se trata de que hay que tener paciencia y los males desaparecerán por arte de magia… Es el mismo viento que soplaba en el Munich de 1938. Parece un suspiro de alivio, pero en realidad es un jadeo y podría ser un estertor”.

Ya lo decía Vargas Llosa: “La democracia es un evento que provoca bostezos en los países en los que existe un Estado de Derecho”. Deconstruímos la democracia para llorar por ella, en lugar de preguntarnos a tiempo si acaso debe una democracia permitir el ejercicio del poder a quienes atentarán contra ella. O bien encontrar una definición de democracia distinta a la meramente procedimental del recuento de votos.

Similares preocupaciones comparte en el citado texto, como teólogo, Joseph Ratzinger, actual Papa Benedicto XIV, al referirse a los fundamentos espirituales de Europa en el marco de la discusión sobre la Constitución para ese continente. El dilema no es nuevo. Ya en 1983, el intelectual francés Jean- Francois Revel llamaba la atención en su best-seller devenido en clásico de la ciencia política contemporánea: “Uno de los éxitos capitales de la propaganda comunista consiste en haber conseguido condicionar en nosotros un sentimiento: la vergüenza de defenderse”.

También somos occidentales, por lo tanto, para nuestro aquí y ahora venezolano, tomemos el consejo: no actuemos como si estuviéramos amenazados porque corremos el riesgo de serlo de veras.

Macky Arenas
[email protected]
Socióloga y periodista

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