Injusta y bochornosa destitución del 'seleccionador de Oro': Pepu Hernández

Increíble. Surrealista. Lamentable. Y un puñado de descalificantes adjetivos para la Federación Española de Baloncesto (FEB). Un deporte que está de luto previo este martes. Porque a falta de dos meses para el inicio de los Juegos Olímpicos el presidente federativo, José Luis Sáez, ha cerrado el círculo de su vanidad y de sus malas relaciones con el 'seleccionador de Oro', léase José Vicente ‘Pepu’ Hernández, cargándoselo. O sea, echándole. La reunión de este martes era sólo la crónica de un cese anunciado, que es lo mismo que de uno de los mayores petardos que desde los puestos directivos del deporte español podía pegarse. Ymira que tenemos gente impresentable ahí, por ejemplo en Fútbol con Villar, por ejemplo en Tenis con Pedro Muñoz, enfrentado a Nadal y el resto de estrellas españolas.

Por desavenencias personales, injustificadas para esta decisión, Sáez, que ya empezó a atacar -¿por envidia?, ¿Por qué Pepu chupaba, con razón, más cámara que él- a su seleccionador tras lograr este la medalla de plata en el Europeo, ha cerrado el círculo y prescinde del hombre que además de ese subcampeonato nos llevó al título mundial meses antes. ¿Quién es él para jugar así con la afición española, que adora a Pepu? ¿Quién es él para enfrentarse ahora a Gasol, Navarro, Carbajosa, Berni Fern´nadez, Reyes y el resto que también adoran al hasta ahora su jefe en los banquillos? ¿Quién es él para buscarse cuatro excusas increíbles¿ ¿Nada tiene que hacer el secretario de Estado Jaime Lissavetzky, tan rápido a la hora de hacer las fotos con los triunfadores –Alberto Contador- la úlitma-, tan lento para apagar fuegos como éste que perjudican al baloncesto, al deporte y a España?

Porque, contrariamente a lo que dice Sáez, Pepu no ha incumplido nada ni ha faltado el resto a nadie -el que sí lo hace con su bochornosa decisión de echarle es el propio presidente federativo-, sólo no fue a una reunión la semana pasada que se convocó a sus espaldas para que no asistiese y culparle después. Porque el único pecado del ‘seleccionador de Oro’ fue anunciar el 2 de mayo, con cuatro meses de antelación -¡como le obligaba el contrato suscrito por la Federación!- que había concluido un ciclo y que dejaba el equipo nacional al término de los Juegos. Ése fue el vaso que desbordó a su presidente y desde entonces no paró hasta cesarle por motivos nimios que muy bien haría en revisar el CSD.

Aunque este tema dará mucho que hablar y escribir aún, y volveremos a hacerlo, que sepa Saéz que tiene en contra a Pepu, a los jugadores, a la prensa deportiva y a la afición, todos temblorosos por el daño que este cambio puede hacerle a la Selección en su intento de vestirse de oro también en Pekín. ¡Ah, y, Pepu, gracias por todo!