El PSUV lo lleva en la sangre

Antejuicio de mérito a un gobernador por supuestos actos de choreo en centroccidente. Congelamiento en la Contraloría y Fiscalía de varias denuncias contra un gobernador llanero y su entorno, también por supuestas raspaduras de olla revolucionaria. Otros engavetamientos de denuncias de manejos de muy dudosa conducta revolucionaria contra otro gobernador también llanero.

Varios altos funcionarios, algunos de elección popular, en franca y valiente huida hacia el exterior por, para variar, múltiples acusaciones de metedera de mano en las cajas del dinero del pueblo. Varios militares, y no del tipo burro cobarde, escondidos o presos por repartirse las migajas del soberano con los cubanos en pleno ejercicio de la revolución agraria. Altos gerentes de empresas o entes del Estado, algunos hasta en combo familiar, perseguidos por la justicia internacional y los payasos de INTERPOL por, para variar, sacar un bojote de dólares que, en principio, la revolución había destinado para el bienestar del soberano.

Empresarios amigos del proceso y asociados con sacrificados funcionarios públicos, presos y enjuiciados, según dicen, por mucho más que el maletín volador. Miles de obras que a duras penas alcanzaron el grado de colocación de piedra fundacional por falta de recursos que, en falsa acción solidaria, terminaron en manos del hermano Daniel Ortega. Miles de obras absolutamente paralizadas por falta de plata, mientras Evo reparte los dólares que el clan socialista criollo pensó, sólo pensó, invertir en los tan manoseados pobres venezolanos.

Centenares de peleas internas por lo mismo de siempre: platica, presupuestos sin control, contratos y privilegios en los que la última en la cola, si acaso alcanza, es esa multitud empobrecida y manipulada por quienes dicen ser sus benefactores. Candidatos nacidos en el mismo centro del cogollo, designados a empujones desde el trono caraqueño, sin trabajo de calle conocido, sin relación directa con el famoso pueblo. Más hermanos, primos, primas, hijos, hijas o cuñadas en las listas de candidatos que servirán de anzuelo para que ese pueblo siga matándose con su propia medicina.

Docenas de batallas campales, con sillas y piedras volando, como parte del elevadísimo debate revolucionario. Más billete, sacado casi que del bolsillo del soberano enfranelado de rojo, para los recogiditos del eje cubanosuramericano, principales beneficiarios de la enloquecida espada de Bolívar. Desplazamiento de verdaderos luchadores sociales enraizados en sus comunidades para beneficiar a la elite roja y asegurar la operación óptima del cogollo. Más cooperación para amigos y grupetes, cuya única misión es la de asesinar, secuestrar y torturar. Más ventajismo hasta en contra de los propios aliados. Más abuso de poder contra adversarios y colegas revolucionarios. Es la médula del PSUV, el mejor hijo de la cuarta república.

Elides J. Rojas
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