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El perro que se muerde la cola

El perro que se muerde la cola

lunes 09 de junio de 2008, 02:20h

No parece difícil armar el escenario para que una sociedad se vuelva políticamente analfabeta, pasiva y sin capacidad de reacción. Una sociedad que pierda su derecho a criticar, deliberar y debatir apasionada y conceptualmente todo cuanto atañe a su presente y futuro.

Las cifras de Diario Hoy en su reciente trabajo sobre el  “periodismo de farándula” son dramáticas.

Veamos una: “La televisión dedica seis horas diarias a transmitir chismes y noticias sobre famosos”.

Y otra: “Todos los canales nacionales dedican al menos 10 minutos a chismes de la farándula. De lunes a viernes, la TV ofrece casi 28 horas de esta información”.

Y una conclusión: “Los expertos en farándula creen que en el futuro próximo los periodistas rosa ecuatorianos serán más agresivos (en busca de mayor audiencia)”.

El presagio no es descabellado. Los programas de TV dedicados a hablar de los programas de TV (no es juego de palabras) han penetrado con su híper-exposición en el imaginario de millones de ecuatorianos.

Millones que dedican cuatro horas al día para conocer lo que pasa con la vida privada de quienes juegan y rifan su propia intimidad en busca de los 15 minutos de fama que preanunciara el norteamericano Andy Warhol. 
 
Así, la farándula y los chismes sobre el “jet set” criollo, que llegan a la aberración de hacer noticia de lo que no es noticia y tejer y provocar enredos sentimentales o laborales para tener qué contar, acumula rating sobre el escándalo, la sospecha, el rumor no confirmado y la invasión a la intimidad.

La farándula vende. Multiplica los dólares por miles. Crea famas de bolsillo. Pretende divertir con el escarnio público. Juega con la curiosidad y la expectativa alrededor de sus propias figuras de pantalla. Deja a un lado los hechos de la cultura y el arte y magnifica a quienes hacen anticultura. Sin pudor edifica o echa abajo reputaciones.

Juega a ser juez, fiscal, comisario, dictador, testigo onmipresente y ubicuo de hechos irrelevantes cuya difusión vacía de sentidos profundos y de objetivos cívicos la vida cotidiana de sus audiencias.

No es inocente. No es inofensiva. Y debe rendir cuentas. Pues aunque sea parte de una tendencia mediática mundial, impuesta desde el esquema de la TV de Miami -que ignora y niega espacios a los actores culturales y da las espaldas a las identidades nacionales-, hacerlo en Ecuador es más grave porque sucede justamente en un momento histórico en el que la sociedad tiene el deber de repensar su destino y no girar sobre sí misma como un perro que se muerde la cola.

Una ciudadanía distraída, obnubilada y encerrada en lo efímero olvida su obligación de mirar más allá de lo aparente y entender en qué pobre realidad la tiene encerrada el poder, ese poder que desde distintos escenarios y con las más hábiles estrategias de propaganda mediática mantiene secuestrada nuestra libertad mientras proclama, convirtiéndolo en otro chisme de farándula, que lucha por devolvernos la libertad.

Los medios en el medio
rubendariobuitron.wordpress.com
 

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