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Ni Obama ni McCain lograrán que los parientes pobres sean más ricos

Ni Obama ni McCain lograrán que los parientes pobres sean más ricos

domingo 29 de junio de 2008, 00:00h
Ninguno de los dos candidatos presidenciales estadounidenses –el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain- producirán algún tipo de cambio en las letargadas relaciones con América Latina, cuando uno de los dos llegue a la Casa Blanca, como nuevo Presidente de la nación más poderosa del mundo.

El New Deal, la Alianza para el Progreso o la más reciente Asociación de Libre Comercio para las Américas (ALCA) quedaron hace mucho tiempo atrás en el orden de prioridades de Washington en materia de política exterior.

El colapso de estas relaciones, que son parte de una historia con fuertes altibajos y controversias, ocurrió en el atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington. Este trágico hecho le dio a la administración de George W. Bush el argumento necesario para buscar obstinadamente a los enemigos del “sueño americano” dentro del mundo musulmán abandonando de paso su mal llamado  “patio trasero”.

Ni Obama ni McCain son buenos conocedores de la realidad latinoamericana. Para ambos, y así lo han demostrado durante la campaña electoral, puntos de interés son  Cuba, que es preocupación para EE.UU. desde 1959; México, por su vecindad y problemas migratorios y drogas; Colombia por el narcotráfico; y, finalmente, Brasil, por su notable desarrollo económico de los últimos años y sus planes energéticos alternativos. El resto es algo así como “paja molida”.

Con respecto a Cuba, ambos han declarado que mantendrán el embargo económico en contra de la isla caribeña, como si esta medida, en tantos años de vigencia, hubiese producido resultados concretos o cambios. Esta posición contradice la sugerencia del influyente Consejo para las Relaciones Internacionales de EE UU (CFR). McCain caló más a fondo al decir que él como Presidente no esperará pasivamente para que “los cubanos lleguen a disfrutar de la libertad y la democracia”. ¿Qué quiso decir con la palabra “pasivamente”?,  ¿Invadirá la isla?, ¿Declarará la guerra? ¿Intentará otra Bahía de Cochinos al estilo de John Kennedy?

Para diseñar su política latinoamericana, McCain se ha hecho asesorar por congresistas cubano-estadounidenses lo que explica la fuerte inclinación de su programa hacia la problemática cubana. Entre ellos figura el influyente senador de la Florida, Mel Martínez. A esto se agregan los numerosos viajes que McCain ha realizado por América Latina, diferenciándose de Obama, quien no ha viajado.

Obama, entretanto, promete mejorar los contactos entre los cubanos-estadounidenses  y los que viven en la isla, permitiendo los viajes a Cuba sin ningún tapujo y el envío de dinero a familiares y amigos. Esta medida podría  tener efecto para los fines “democráticos” que dice perseguir Estados Unidos, porque estos contactos pueden desmoronar la idea romántica de la revolución, si es que todavía existe, e introducir en la isla un nuevo modelo, “equivocado o no”,  del llamado “bienestar capitalista”.

Al recibir los isleños a sus parientes ricos que viven en EE UU y que les llevarán  dinero y regalos, podría producirse un cambio de pensamiento porque con estas visitas y envíos postales tendrían los cubanos posibilidades de  mejorar individualmente sus  condiciones de vida. No olvidemos que ellos son tan humanos como cualquier otro habitante del planeta y no cabe duda alguna que gozarán con las tentaciones del capitalismo que no han podido conocer en cinco décadas.

Obama promete además que si es electo Presidente  iniciará un diálogo con Cuba y Venezuela, calificando a  Hugo Chávez como “una amenaza, pero manejable”.

En otras esferas, McCain favorece ciegamente los tratados de libre comercio con los países latinoamericanos, lo que no convence a demócratas como Obama, quien se ha atrevido a proponer una “nueva alianza de las Américas” para reemplazar a la fracasada ALCA y terminar con el oscurantismo en estas relaciones tras la política de indiferencia de Bush, que sólo habría traído populismo, autoritarismo y más pobreza, como critica el candidato demócrata.

Esto sería lo poco y nada que ofrecen ambos candidatos a sus “parientes pobres”. Lo demás son palabras y más palabras, aunque los dos están convencidos que sólo Estados Unidos puede llegar a “salvar económicamente” a las naciones latinoamericanas, como si no existiesen ni Europa ni Asia o como si la solución de  problemas claves no dependiera  también de las propias políticas regionales.

En el fondo, la oferta es más de lo mismo y con matices de diferencia en algunos temas, como en la política de los tratados de libre comercio, muy de moda en la última década, que Obama estima que deben modificarse porque  sólo ayudan a los estadounidenses, que pueden consumir más barato, y mucho menos a los latinoamericanos.

Como dice el analista estadounidense James Petras, en los acuerdos bilaterales con gobiernos latinoamericanos, Washington  no tuvo que hacer concesiones en el fuertemente subvencionado sector agrícola. Tampoco tuvo que levantar las cuotas de importación de varios productos y  obtuvo entrada libre en los sectores financieros, de servicios, alta tecnología, sanidad, educación y mediático de sus homólogos. Estos acuerdos “fueron enormemente asimétricos y beneficiosos para las multinacionales y los productores nacionales no competitivos de EE UU”, dice Petras.

En la oferta de Obama hay también temas preocupantes, como su propuesta destinada a intensificar la presencia de EE UU en el marco de la lucha contra el narcotráfico, lo que puede llegar a significar una mayor actividad militar en la región, aparte de la que ya se ha producido en los últimos cinco años y que se refleja en el número de bases militares, incremento del adiestramiento y operaciones militares conjuntas en todos los países, con excepción de Cuba y Venezuela. La venta de armas y la ayuda militar no han disminuido y el personal de la Agencia Antidrogas (DEA) y Fuerzas Armadas, por narcotráfico y terrorismo, están en toda la región.

Igualmente relevante es la presencia de EE UU como vendedor de armas, figurando en el 2007 como el primer exportador del mundo con un 31 por ciento del mercado y una venta de 97.650 millones de dólares, según el último informe SIPRI.

En estas condiciones, McCain, como actor de la pasada Guerra Fría y su  apoyo a la guerra contra Irak de Bush, no le permite a los republicanos presentarlo como un candidato del cambio. Obama, entretanto, de llegar a la Presidencia como el primer afroestadounidense, cuenta con la atracción necesaria por su juventud y su condición de estudioso de todo tipo de temas, pero lleva en contra su inexperiencia en los asuntos mundiales. Así y todo, una reciente encuesta de “Newsweek” lo ubicó derrotando a McCain en los comicios con 15 puntos de ventaja.

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Walter Krohne
Periodista
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